1Ein Gebet. Von David. Höre, HERR, die gerechte Sache[1], horche auf mein Schreien, nimm zu Ohren mein Gebet von Lippen ohne Trug[2]! (Ps 54,4; Ps 55,2; Ps 61,2; Ps 84,9; Ps 86,6; Ps 88,3; Ps 102,2; Ps 143,1)2Von deinem Angesicht gehe mein Recht aus! Deine Augen mögen Aufrichtigkeit sehen.3Du hast mein Herz geprüft, hast mich des Nachts durchforscht; du hast mich geläutert –[3] nichts findest du. Ich habe überlegt[4]: Nichts wird meinem Mund entschlüpfen. (1Chr 29,17; Ps 26,2; Ps 139,1; Ps 139,23)4Beim Treiben der Menschen habe ich mich nach dem Wort deiner Lippen gehütet vor den Wegen des Gewalttätigen. (Ps 119,9)5Meine Schritte hielten sich in deinen Spuren, meine Tritte haben nicht gewankt. (Ps 18,37)6Ich rufe dich an, denn du erhörst mich, Gott. Neige dein Ohr zu mir, höre meine Rede! (Ps 4,4)7Erweise wunderbar deine Gnade[5], du Retter derer, die sich bergen vor denen, die sich gegen deine Rechte[6] auflehnen.8Bewahre mich wie den Augapfel[7], verbirg mich im Schatten deiner Flügel (5Mo 32,10; Rut 2,12; Ps 16,1; Ps 36,8; Ps 57,2; Ps 61,5; Ps 91,4)9vor den Gottlosen, die mich zerstören, meinen Todfeinden, die mich umzingeln.10Mit ihrem Fett[8] verschließen sie ⟨ihr Herz⟩, mit ihrem Mund reden sie aus Anmaßung. (Jud 1,16)11Unsere Schritte – jetzt haben sie uns umringt[9]; sie richten ihre Augen darauf, ⟨uns⟩ zu Boden zu strecken.12Er ist gleich einem Löwen, gierig nach Raub, und wie ein Junglöwe, der im Versteck sitzt. (Ps 10,9)13Steh auf, HERR, tritt ihm entgegen, wirf ihn nieder! Rette meine Seele vor dem Gottlosen durch dein Schwert, (Ps 10,12)14vor den Leuten durch deine Hand, HERR, vor den Leuten, deren Teil im Leben von dieser Welt ist! Was du zugedacht hast[10] – damit füllst du[11] ihren Bauch, dass ⟨noch ihre⟩ Söhne davon satt werden und ihren Kindern den Rest hinterlassen. (Lk 16,25)15Ich aber, ich werde dein Angesicht schauen in Gerechtigkeit, werde gesättigt werden, wenn ich erwache, mit deinem Bild. (Mt 5,8; 1Joh 3,2; Offb 22,4)
Psalm 17
Nueva Versión Internacional
von Biblica1Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos.2Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo.3Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios4palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia5he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas.6A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración.7Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor.8Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas,9de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado.10Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolencias con su boca.11Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme.12Parecen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho.13¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!14¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes.15Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.
1Oye, oh YHVH, una causa justa, está atento a mi clamor, Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.2De tu presencia proceda mi vindicación, Vean tus ojos la rectitud.3Tú has probado mi corazón, Me has examinado de noche, Me pasaste por el crisol, y nada hallaste. He resuelto que mi lengua no haga transgresión.4En cuanto a las obras humanas, Con la palabra de tus labios, Me he guardado del camino del violento,5Mis pasos se han sostenido en tus caminos, Mis pies no resbalarán.6Oh ’El, yo te invocaré, y Tú me responderás; Inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.7¡Haz maravillosas tus misericordias, Oh Tú, que salvas de los turbulentos a quienes se refugian a tu diestra!8Guárdame como a la niña de tus ojos, Escóndeme a la sombra de tus alas,9De delante de los malvados que me oprimen, De los enemigos mortales que me rodean.10Protegidos están en su grosura, Con su boca hablan con soberbia.11En nuestros pasos nos han cercado ahora; Tienen puestos sus ojos en nosotros para echarnos por tierra;12Como león, ávido por hacer presa, Como leoncillo agazapado en su cueva.13¡Levántate, oh YHVH! ¡Hazle frente! Haz que sea derribado. Con tu espada libra mi alma del inicuo,14Y con tu mano, oh YHVH, de los hombres mundanos, Cuya porción está en esta vida, Cuyo vientre Tú hinchas con su destino: ¡Sean saciados, pues, sus hijos, Y dejen las migajas a los hijos de sus hijos!15En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia, Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.