En el camino con Dios

El SEÑOR es mi pastor, nada me falta;

El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.

La palabra del SEÑOR es justa; fieles son todas sus obras.

Mi alma se gloría en el SEÑOR; lo oirán los humildes y se alegrarán.

Este pobre clamó, y el SEÑOR lo oyó y lo libró de todas sus angustias.

el rostro del SEÑOR está contra los que hacen el mal, para borrar de la tierra su memoria.

Extiende tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón.

Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en él, y él actuará.

Instrúyeme, SEÑOR, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre.

Dad gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.

SEÑOR, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun en la distancia me lees el pensamiento.

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.

El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el SEÑOR.

“Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes”.

»Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada.

porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo.

Por último, fortaleceos con el gran poder del Señor.

Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.

No os contentéis solo con escuchar la palabra, pues así os engañáis vosotros mismos. Llevadla a la práctica.