Wie Israel zu einem König kommt, der aber Gott ungehorsam ist und den von Gott bestimmten künftigen König verfolgt. Eine Frau betet um einen Sohn
1Der Mann stammte aus dem Rama[1] der Zufiten im Gebirge Efraïm[2] und hieß Elkana Ben-Jerocham. Er war ein Enkel Elihus und Urenkel von Tohu, dem Sohn des Efraïmiters Zuf.2Elkana hatte zwei Frauen, Hanna und Peninna. Peninna hatte Kinder, doch Hanna war kinderlos.3Einmal im Jahr ging Elkana nach Schilo hinauf, um Jahwe, den Allmächtigen, anzubeten und ihm ein Opfer zu bringen. Als Priester Jahwes wirkten die beiden Söhne Elis, Hofni und Pinhas, dort.4Beim Opfermahl gab Elkana seiner Frau Peninna und ihren Söhnen und Töchtern immer die Anteile, die ihnen zukamen,5Hanna jedoch gab er einen auserlesenen Anteil, denn er hatte sie besonders lieb. Doch Jahwe ließ sie keine Kinder bekommen.6Ihre Rivalin kränkte sie schwer und demütigte sie wegen ihrer Kinderlosigkeit.7Das wiederholte sich jedes Jahr. Immer wenn sie zum Haus Jahwes hinaufzogen, kränkte die andere sie derartig, dass Hanna weinte und nichts aß.8Elkana, ihr Mann, sagte dann zu ihr: „Hanna, warum weinst du denn? Warum isst du nichts? Warum bist du so traurig? Bin ich dir nicht mehr wert als zehn Söhne?“9Eines Tages jedoch stand Hanna nach dem Opfermahl in Schilo auf. Der Priester Eli saß auf einem Stuhl neben dem Eingang zum Heiligtum Jahwes.10Hanna war verbittert, als sie zu Jahwe betete und hemmungslos weinte.11Dabei legte sie ein Gelübde ab und sagte: „Jahwe, du Allmächtiger! Sieh doch das Elend deiner Dienerin an, denk an mich und vergiss mich nicht! Wenn du mir einen Sohn schenkst, dann soll er sein Leben lang dir, Jahwe, gehören. Und niemals soll sein Haar geschnitten werden.“12Sie betete auf diese Weise lange vor Jahwe, und Eli beobachtete sie. Er sah, wie sich ihre Lippen bewegten,13konnte aber nichts hören, weil sie still für sich betete. Darum hielt er sie für betrunken14und fuhr sie an: „Wie lange willst du dich hier als Betrunkene aufführen? Sieh zu, dass du deinen Rausch loswirst!“15„Nein, mein Herr“, erwiderte Hanna. „Ich bin nicht betrunken, ich bin nur eine unglückliche Frau und habe Jahwe mein Herz ausgeschüttet.16Denk nicht so schlecht von deiner Dienerin. Denn aus großem Kummer und lauter Verzweiflung habe ich so lange gebetet.“17Da erwiderte Eli: „Geh in Frieden! Der Gott Israels wird deine Bitte erfüllen.“18Sie sagte: „Lass deine Dienerin Gnade vor dir finden!“ Dann ging sie ihres Weges. Sie aß wieder und sah nicht mehr so traurig aus.19Früh am nächsten Morgen brachen sie auf, beteten noch einmal vor Jahwe und kehrten in ihr Haus nach Rama zurück. Als Elkana das nächste Mal mit ihr schlief, erhörte Jahwe ihr Gebet.20Sie wurde schwanger und bekam einen Sohn. „Ich habe ihn von Jahwe erbeten“, sagte sie und nannte ihn Samuel.[3]21Als dann Elkana mit seiner ganzen Familie wieder hinaufzog, um Jahwe das jährliche Opfer und die Gaben, die er ihm versprochen hatte, zu bringen,22reiste Hanna nicht mit. „Ich werde den Jungen erst zu Jahwe bringen, wenn ich ihn abgestillt habe“, sagte sie zu ihrem Mann. „Dann soll er für immer dort bleiben.“23Elkana sagte zu ihr: „Tu, was du für richtig hältst. Bleib zu Hause, bis du ihn entwöhnt hast. Möge Jahwe dann auch sein Wort wahr machen.“ So blieb die Frau zu Hause und versorgte ihren Sohn.24Als sie ihn abgestillt hatte, brachte sie ihn zum Haus Jahwes nach Schilo, dazu einen dreijährigen Stier, einen Beutel[4] Mehl und einen Schlauch Wein. Das Kind war aber noch sehr jung.25Sie schlachteten den Stier und brachten den Jungen zu Eli.26Hanna sagte: „Verzeihung, mein Herr! So wahr du lebst, mein Herr, ich bin die Frau, die hier bei dir stand, um zu Jahwe zu beten.27Hier ist das Kind, um das ich damals gebetet habe. Jahwe hat mein Gebet erhört; er gab mir, worum ich ihn bat.28So will auch ich mein Versprechen erfüllen und übergebe ihn Jahwe. Sein Leben lang soll er Jahwe gehören.“ Dann warfen sie sich[5] zum Gebet vor Jahwe nieder.
1Hubo un varón de Ramataim-Zofim, efrateo de la serranía de Efraín, llamado Elcana ben Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Suf.2Y tenía dos mujeres: el nombre de una era Ana, y el de la otra Penina. Y Penina tenía hijos, pero Ana no tenía hijos.3Y este varón subía todos los años desde su ciudad a postrarse y ofrecer sacrificios para YHVH Sebaot en Silo, donde estaban los dos hijos de Elí: Ofni y Finees, sacerdotes de YHVH.4Llegado el día, Elcana ofrecía su sacrificio y daba porciones a su mujer Penina, a todos sus hijos y a todas sus hijas;5pero a Ana le daba una porción doble, porque él amaba a Ana a pesar de que YHVH había cerrado su matriz.6Y su rival la provocaba con porfía para irritarla, porque YHVH había cerrado su matriz.7Y así hacía de año en año, irritándola cuando subía a la casa de YHVH; y ella lloraba y no comía.8Y su marido Elcana le decía: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué está afligido tu corazón? ¿Acaso no te soy yo mejor que diez hijos?9Un año, después que hubieron comido y bebido, Ana se levantó en Silo, y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su sitial junto a una jamba de la Casa de YHVH,10ella, con amargura de alma, suplicó a YHVH y lloró efusivamente.11E hizo un voto, diciendo: YHVH Sebaot, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu sierva, sino que le das a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a YHVH todos los días de su vida, y jamás pasará navaja por su cabeza.12Y sucedió que mientras ella oraba largamente en presencia de YHVH, Elí observaba su boca,13porque Ana hablaba en su corazón, y sólo se movían sus labios, pero su voz no se escuchaba, por lo que Elí la tuvo por ebria.14Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo seguirás en tu borrachera? ¡Aleja de ti tu vino!15Pero Ana respondió y dijo: No, señor mío; yo soy una mujer de espíritu afligido; no he bebido vino ni licor fuerte, sino que derramo mi alma en presencia de YHVH.16No tengas a tu sierva por hija de Belial, porque de la abundancia de mis congojas y aflicciones he hablado hasta ahora.17Elí entonces respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has pedido.18Ella dijo: ¡Halle tu sierva gracia ante tus ojos! Y la mujer se fue por su camino, y comió, y su semblante ya no fue como antes.19Por la mañana madrugaron y se postraron delante de YHVH; luego regresaron y llegaron a su casa en Ramá. Y Elcana conoció a Ana su mujer, y YHVH se acordó de ella.20Y sucedió que al cabo de los días, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y llamó su nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a YHVH.21Y otra vez aquel hombre Elcana subió con toda su familia a ofrecer a YHVH el sacrificio anual, y pagar su voto.22Pero Ana no subió, pues dijo a su marido: Esperaré hasta que el niño sea destetado; entonces yo misma lo llevaré para que se presente ante YHVH, y permanezca allí para siempre.23Y su marido Elcana le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que YHVH confirme su palabra. Se quedó pues la mujer, y crió a su hijo hasta que lo hubo destetado.24Después que lo hubo destetado, lo hizo subir consigo, junto con tres becerros, un efa de flor de harina y un odre de vino, y lo llevó a la Casa de YHVH en Silo, aunque el niño era de tierna edad.25Y fue degollado el becerro, y presentaron el niño ante Elí.26Y ella dijo: ¡Oh, señor mío, como que vive tu alma, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti rogando a YHVH!27Por este niño rogaba, y YHVH me otorgó la petición que le pedí.28Por lo mismo, yo también lo doy prestado a YHVH. Mientras viva, él estará prestado a YHVH. Y allí se postró ante YHVH.