1.Könige 10

Neue evangelistische Übersetzung

von Karl-Heinz Vanheiden
1 Als der Ruf Salomos und der Name Jahwes bis zur Königin von Saba[1] drang, kam sie, um Salomo mit schwierigen Fragen zu prüfen. (Mt 12,42)2 Sie reiste mit einem gewaltigen Gefolge nach Jerusalem. Ihre Kamele waren schwer mit duftenden Ölen, Gold und Edelsteinen beladen. Als sie zu Salomo kam, besprach sie alles mit ihm, was sie sich überlegt hatte.3 Salomo beantwortete alle ihre Fragen. Es gab nichts, was ihm verborgen war und worauf er keine Antwort gewusst hätte.4 Als die Königin von Saba die Weisheit Salomos erkannte, als sie den Palast sah, den er gebaut hatte,5 die Speisen an seiner Tafel, die Sitzordnung seiner Beamten, die gute Bedienung und die kostbaren Gewänder seiner Diener und Mundschenke und das Brandopfer, das er im Haus Jahwes opfern ließ, verschlug es ihr den Atem.6 Sie sagte zum König: „Es ist tatsächlich alles wahr, was ich in meinem Land über dich und deine Weisheit gehört habe!7 Ich wollte es nicht glauben, bis ich es mit eigenen Augen gesehen hatte. Und nun sehe ich: Man hat mir nicht einmal die Hälfte gesagt. Deine Weisheit und dein Reichtum übertreffen alles, was ich je über dich gehört habe.8 Was für ein Vorrecht haben deine Männer und auch deine Beamten, die täglich bei dir sind und deine weisen Worte hören!9 Gepriesen sei Jahwe, dein Gott, dem es gefiel, dich auf den Thron Israels zu setzen. Weil Jahwe Israel beständig liebt, hat er dich zum König gemacht, damit du für Recht und Gerechtigkeit sorgst.“10 Dann übergab sie dem König 120 Talente Gold, eine Menge duftender Öle und die Edelsteine. Nie wieder hat es so viel kostbares Öl gegeben wie dieses, das die Königin von Saba Salomo als Geschenk überbrachte.11 Auch die Flotte Hirams, die Gold aus Ofir holte, hatte schon eine große Menge kostbarer Steine und Hölzer mitgebracht.12 Der König hatte aus diesem Holz Geländer für das Haus Jahwes und den Regierungspalast anfertigen lassen, auch Zithern und Harfen für die Tempelsänger. Bis heute sind nie mehr so viele kostbare Hölzer ins Land gekommen und bewundert worden.13 König Salomo erfüllte der Königin von Saba jeden Wunsch, den sie äußerte, und beschenkte sie darüber hinaus so reich, wie er nur konnte. Danach kehrte sie mit ihrem Gefolge wieder in ihr Land zurück.14 In einem einzigen Jahr gingen bei Salomo 666 Talente Gold ein.15 Dazu kam noch das, was die Händler einbrachten und was von allen Königen Arabiens und den Statthaltern des Landes einging.16 König Salomo ließ 200 Langschilde anfertigen und mit Gold überziehen. Etwa vier Kilogramm[2] gehämmertes Gold verwendete er für jeden Schild.17 Dazu ließ er noch 300 Kleinschilde machen und jeden mit zwei Kilogramm[3] gehämmertem Gold überziehen. Er brachte sie alle in das Libanonwaldhaus.[4]18 Weiter ließ der König einen großen Thron aus Elfenbein anfertigen und mit purem Gold überziehen.19 Der Thron hatte sechs Stufen und ein rundes Kopfstück hinten. Zu beiden Seiten des Sitzes befanden sich Armlehnen, neben denen zwei Löwenfiguren standen.20 Auch auf jeder der sechs Stufen stand rechts und links je eine Löwenfigur. Noch nie ist so etwas für ein Königreich geschaffen worden.21 Alle Trinkgefäße Salomos waren aus reinem Gold und auch sämtliche Gegenstände, die zum Libanonwaldhaus gehörten. Silber war zur Zeit Salomos wertlos,22 denn der König hatte hochseetüchtige Schiffe, die mit den Schiffen Hirams fuhren. Alle drei Jahre kam diese Tarschisch-Flotte[5] und brachte Gold und Silber, Elfenbein, Affen und Pfauen.23 Somit übertraf König Salomo alle anderen Könige der Erde an Reichtum und Weisheit.24 Menschen aus aller Welt suchten ihn auf, um sich persönlich von der Weisheit zu überzeugen, die Gott ihm verliehen hatte.25 Alle brachten ihm Geschenke: silberne und goldene Gegenstände, Festgewänder und Waffen, kostbare Öle, Pferde und Maultiere. So ging es Jahr um Jahr.26 Salomo beschaffte sich 1400 Streitwagen und 12.000 Pferde[6]. Er stationierte sie in den Wagenstädten und bei sich in Jerusalem.27 Unter seiner Regierung war Silber in Jerusalem so viel wert wie Steine, und Zedern hatte er so viel, wie die Maulbeerfeigenbäume, die in der Niederung wachsen.28 Die Pferde bekam Salomo aus Ägypten und aus allen möglichen anderen Ländern. Seine Händler kauften sie dort auf.29 Bei der Ausfuhr aus Ägypten wurde ein Streitwagen mit 600 ‹Schekel› Silber[7] gehandelt und ein Pferd mit 150. Seine Händler belieferten auch die Könige der Hetiter und Syrer.

1.Könige 10

La Biblia Textual

von Sociedad Bíblica Iberoamericana
1 La reina de Sabá oyó de la fama de Salomón, debido al nombre de YHVH, y vino a probarlo con preguntas difíciles.2 Y llegó a Jerusalem con un gran séquito, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en gran abundancia y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su mente.3 Y Salomón respondió a todas sus preguntas, y no hubo cosa difícil que el rey no le pudiera responder.4 Y la reina de Sabá, al ver toda la sabiduría de Salomón, y el palacio que había edificado,5 y los manjares de su mesa, y los asientos de sus servidores, y la presentación y las vestiduras de sus siervos y coperos, y los holocaustos que él hacía elevar en la Casa de YHVH, se quedó sin aliento,6 y dijo al rey: ¡Es verdad lo que oí en mi tierra acerca de tus hechos y de tu sabiduría!7 Y no creía lo que me decían hasta que vine, y mis ojos lo han visto, y he aquí no se me había contado ni la mitad: en sabiduría y bienes tú superas la fama que había oído.8 ¡Dichosos tus hombres, y dichosos estos siervos tuyos, que continuamente están en tu presencia y oyen tu sabiduría!9 ¡Bendito sea YHVH tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel! Por causa del eterno amor que YHVH tiene por Israel, te ha constituido rey, a fin de que practiques el derecho y la justicia.10 Y ella dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca más llegó tanta abundancia de especias aromáticas como las que la reina de Sabá trajo al rey Salomón.11 También la flota de Hiram, que había traído oro de Ofir, trajo de Ofir gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas.12 Y con la madera de sándalo el rey hizo pilares para la Casa de YHVH y para la casa real, además de arpas y liras para los músicos. Nunca llegó madera de sándalo tal, ni se ha visto hasta este día.13 El rey Salomón dio a la reina de Sabá cuanto ella quiso pedirle, además de lo que Salomón le había dado conforme a su real munificencia. Ella entonces se volvió y regresó a su tierra con sus siervos.14 El peso del oro que le llegaba a Salomón cada año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro,15 aparte del de los mercaderes, y el de los negocios de los comerciantes, y el de todos los reyes de Arabia, y el de los gobernadores del país.16 El rey Salomón hizo doscientos paveses de oro batido, empleando en cada escudo seiscientos siclos de oro;17 e hizo además trescientos escudos de oro batido, empleando en cada escudo tres minas de oro, los cuales el rey colocó en la casa del bosque del Líbano.18 También hizo el rey un gran trono de marfil y lo recubrió de oro refinado;19 el trono tenía seis gradas, y el respaldo tenía una cabeza de becerro; a ambos lados del asiento tenía soportes para los brazos, y junto a los brazos había dos leones de pie;20 había igualmente doce leones de pie, uno a cada lado de las seis gradas. Jamás se hizo algo semejante para ningún reino.21 Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro puro, y todos los objetos de la casa del bosque del Líbano eran de oro fino. Nada era de plata, pues en los días de Salomón ésta no era estimada en absoluto;22 porque el rey tenía en el mar la flota de Tarsis con la flota de Hiram; y una vez cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales.23 El rey Salomón llegó a ser más grande que todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.24 Y toda la tierra procuraba estar en presencia de Salomón para oír la sabiduría que ’Elohim había puesto en su corazón.25 Y año tras año, todos ellos le llevaban su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestiduras, armas, perfumes, caballos y mulos.26 Y reunió Salomón carros de guerra y jinetes, y tuvo mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes, que situó en las ciudades de los carros, y en Jerusalem, cerca del rey.27 Y el rey hizo que la plata fuera en Jerusalem como las piedras, y los cedros como los sicómoros de la Sefelá.28 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Coa, que los mercaderes del rey adquirían en Coa al contado.29 Y cada carro que entraba de Egipto costaba seiscientos siclos de plata, y cada caballo ciento cincuenta siclos. Por medio de ellos también los adquirían todos los reyes de los heteos y los reyes de Siria.