1Sechs Tage später nahm Jesus Petrus, Jakobus und dessen Bruder Johannes mit auf einen hohen Berg. Sie waren dort ganz allein. (Mk 9,2; Lk 9,28)2Da wurde Jesus vor ihren Augen verwandelt: Sein Gesicht leuchtete wie die Sonne, und seine Kleider strahlten hell.3Dann erschienen plötzlich Mose und Elia und redeten mit Jesus.4Petrus rief: »Herr, wie gut, dass wir hier sind! Wenn du willst, werde ich hier drei Hütten bauen, eine für dich, eine für Mose und eine für Elia.«5Noch während er redete, hüllte sie eine leuchtende Wolke ein, und aus der Wolke hörten sie eine Stimme: »Dies ist mein geliebter Sohn, über den ich mich von Herzen freue. Auf ihn sollt ihr hören.«6Bei diesen Worten erschraken die Jünger zutiefst und warfen sich zu Boden.7Aber Jesus kam zu ihnen, berührte sie und sagte: »Steht auf! Fürchtet euch nicht!«8Und als sie aufblickten, sahen sie niemanden mehr außer Jesus.9Während sie den Berg hinabstiegen, befahl Jesus ihnen: »Erzählt keinem, was ihr gesehen habt, bis der Menschensohn von den Toten auferstanden ist!«10Da fragten ihn seine Jünger: »Weshalb behaupten die Schriftgelehrten denn, dass vor dem Ende erst noch Elia wiederkommen muss?«11Jesus antwortete ihnen: »Sie haben recht! Zuerst kommt Elia, um alles vorzubereiten.12Doch ich sage euch: Er ist bereits gekommen, aber man hat ihn nicht erkannt. Sie haben mit ihm gemacht, was sie wollten. Und auch der Menschensohn wird durch sie leiden müssen.«13Nun verstanden die Jünger, dass er von Johannes dem Täufer sprach.
Die Ohnmacht der Jünger und die Vollmacht von Jesus
14Als sie zu der Menschenmenge zurückgekehrt waren, kam ein Mann zu Jesus, fiel vor ihm auf die Knie (Mk 9,14; Lk 9,37)15und sagte: »Herr, hab Erbarmen mit meinem Sohn! Er hat schwere Anfälle und leidet furchtbar. Oft fällt er sogar ins Feuer oder ins Wasser.16Ich habe ihn zu deinen Jüngern gebracht, aber sie konnten ihm nicht helfen.«17Jesus rief: »Was seid ihr nur für eine ungläubige und verdorbene Generation! Wie lange soll ich noch bei euch sein und euch ertragen? Bringt den Jungen her zu mir!«18Jesus bedrohte den Dämon, der den Jungen in seiner Gewalt hatte, und dieser verließ den Kranken. Vom selben Moment an war der Junge gesund.19Als sie später unter sich waren, fragten die Jünger Jesus: »Weshalb konnten wir diesen Dämon nicht austreiben?«20-21»Weil ihr nicht wirklich glaubt«, antwortete Jesus. »Ich versichere euch: Wenn euer Glaube nur so groß ist wie ein Senfkorn, könnt ihr zu diesem Berg sagen: ›Rücke von hier nach dort!‹, und es wird geschehen. Nichts wird euch dann unmöglich sein![1]«
Jesus kündigt wieder seinen Tod und seine Auferstehung an
22Eines Tages, als Jesus sich mit seinen Jüngern in Galiläa aufhielt, sagte er zu ihnen: »Der Menschensohn wird bald in der Gewalt der Menschen sein. (Mk 9,30; Lk 9,43)23Sie werden ihn töten. Aber am dritten Tag wird er auferstehen.« Da wurden seine Jünger sehr traurig.
Die Tempelsteuer
24Als Jesus und seine Jünger nach Kapernaum zurückkehrten, kamen die Steuereinnehmer des Tempels auf Petrus zu und fragten: »Zahlt euer Lehrer denn keine Tempelsteuer?«25»Doch!«, antwortete Petrus und ging ins Haus. Noch bevor er etwas von dem Vorfall erzählen konnte, fragte Jesus ihn: »Was meinst du, Simon, von wem fordern die Könige dieser Erde Abgaben und Steuern? Von ihren eigenen Söhnen oder von ihren Untertanen?«26»Von den Untertanen«, antwortete Petrus. Jesus erwiderte: »Dann sind die eigenen Söhne also davon befreit.27Doch wir wollen ihnen keinen Anlass geben, sich über uns zu ärgern. Darum geh an den See und wirf die Angel aus. Dem ersten Fisch, den du fängst, öffne das Maul. Du wirst darin genau die Münze finden, die du für deine und meine Abgabe brauchst. Bezahle damit die Tempelsteuer!«
Matthäus 17
La Biblia Textual
von Sociedad Bíblica Iberoamericana1Y después de seis días, Jesús toma consigo a Pedro, a Jacobo y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte muy alto.2Y fue transfigurado ante ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la luz.3Y he aquí, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él.4Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: ¡Señor, bueno es quedarnos aquí! Si quieres, haré aquí tres enramadas: una para ti, una para Moisés, y otra para Elías.5Estando él aún hablando, he aquí una nube de luz los cubrió, y de la nube salió una voz, diciendo: Éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido; a Él oíd.6Y los discípulos, al oírlo, cayeron sobre sus rostros y temieron en gran manera.7Pero Jesús se acercó, y tocándolos, dijo: Levantaos, y no temáis.8Y alzando sus ojos, a nadie vieron, sino al mismo Jesús solo.9Y mientras ellos descendían del monte, Jesús les encargó, diciendo: A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de los muertos.10Y los discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?11Él respondió y dijo: A la verdad Elías viene y restaurará todas las cosas,12pero Yo os digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo cuanto quisieron. Así también el Hijo del Hombre está a punto de padecer de parte de ellos.13Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado acerca de Juan el Bautista.
Liberación de un endemoniado
14Y cuando llegaron al gentío, se le acercó un hombre arrodillándose ante Él,15y diciendo: Señor, ten compasión de mi hijo, pues es lunático, y padece muchísimo, porque muchas veces cae en el fuego, y muchas veces en el agua;16y lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo.17Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? ¡Traédmelo acá!18Y Jesús lo reprendió, y el demonio salió de él, y el muchacho quedó sano desde aquella hora.19Entonces los discípulos se acercaron a Jesús aparte, y dijeron: ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?20-21Les dice: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo que si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: ¡Pásate de aquí allá!, y se pasaría, y nada os sería imposible.
Su muerte y resurrección (segunda predicción)
22Reunidos en Galilea, les dijo Jesús: El Hijo del Hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres,23y lo matarán, pero al tercer día será resucitado. Y ellos se entristecieron en gran manera.
El impuesto del templo
24Cuando llegaron a Cafarnaum, se acercaron a Pedro los que cobran las dos dracmas, y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: Sí.25Y cuando llegó a la casa, Jesús se le anticipó, diciendo: ¿Qué opinas Simón? ¿De quiénes reciben impuestos o tributo los reyes de la tierra? ¿De sus hijos, o de los extraños?26Y cuando respondió: De los extraños; Jesús le dijo: Entonces los hijos están exentos.27Sin embargo, para que no los ofendamos, ve al mar y lanza un anzuelo, y el primer pez que salga, tómalo, ábrele la boca y hallarás un estatero; tómalo y dáselo por mí y por ti.