1Als wir gerettet waren, erfuhren wir, dass die Insel Malta heißt.2Die Einheimischen erwiesen uns ungewöhnliche Menschenfreundlichkeit; sie zündeten ein Feuer an und holten uns alle zu sich, weil es zu regnen begann und kalt war.3Als Paulus einen Haufen Reisig zusammenraffte und auf das Feuer legte, fuhr infolge der Hitze eine Viper heraus und biss sich an seiner Hand fest.4Als die Einheimischen das Tier an seiner Hand hängen sahen, sagten sie zueinander: Dieser Mensch ist gewiss ein Mörder; die Rachegöttin lässt ihn nicht leben, obwohl er dem Meer entkommen ist.5Er aber schüttelte das Tier von sich ab ins Feuer und erlitt keinen Schaden. (Mk 16,18; Lk 10,19)6Da erwarteten sie, er werde anschwellen oder plötzlich tot umfallen. Als sie aber eine Zeit lang gewartet hatten und sahen, dass ihm nichts Schlimmes geschah, änderten sie ihre Meinung und sagten, er sei ein Gott. (Apg 14,11)7In jener Gegend lagen Landgüter, die dem Publius, dem Ersten der Insel, gehörten; er nahm uns auf und bewirtete uns drei Tage lang freundlich als seine Gäste.[1]8Der Vater des Publius lag gerade mit Fieber und Ruhr im Bett. Paulus ging zu ihm hinein und betete; dann legte er ihm die Hände auf und heilte ihn.9Daraufhin kamen auch die anderen Kranken der Insel herbei und wurden geheilt.10Sie erwiesen uns viele Ehren und bei der Abfahrt gaben sie uns alles mit, was wir brauchten.
Von Malta nach Rom
11Drei Monate später fuhren wir mit einem alexandrinischen Schiff ab, das auf der Insel überwintert hatte und die Dioskuren als Schiffszeichen trug.[2]12Wir liefen in Syrakus ein und blieben drei Tage;13von dort fuhren wir die Küste entlang weiter und erreichten Rhegion. Nach einem Tag setzte Südwind ein und so kamen wir in zwei Tagen nach Puteoli.14Hier trafen wir Brüder; sie baten uns, sieben Tage bei ihnen zu bleiben. Und so kamen wir nach Rom.15Von dort waren uns die Brüder, die von uns gehört hatten, bis Forum Appii und Tres Tabernae entgegengekommen, um uns zu begrüßen. Als Paulus sie sah, dankte er Gott und fasste Mut.
Ankunft und Wirken des Völkerapostels in Rom
16Nach unserer Ankunft in Rom erhielt Paulus die Erlaubnis, für sich allein zu wohnen, zusammen mit dem Soldaten, der ihn bewachte. (Apg 27,3)17Drei Tage später rief er die führenden Männer der Juden zusammen. Als sie versammelt waren, sagte er zu ihnen: Brüder, obwohl ich mich nicht gegen das Volk oder die Sitten der Väter vergangen habe, bin ich von Jerusalem aus als Gefangener den Römern ausgeliefert worden.18Diese haben mich verhört und wollten mich freilassen, da nichts Todeswürdiges gegen mich vorlag.19Weil aber die Juden Einspruch erhoben, war ich gezwungen, Berufung beim Kaiser einzulegen, jedoch nicht, um mein Volk anzuklagen.20Aus diesem Grund habe ich darum gebeten, euch sehen und sprechen zu dürfen. Denn um der Hoffnung Israels willen trage ich diese Fesseln. (Apg 26,6)21Sie antworteten ihm: Wir haben über dich weder Briefe aus Judäa erhalten noch ist einer von den Brüdern gekommen, der uns etwas Belastendes über dich berichtet oder erzählt hätte.22Wir wünschen aber von dir zu hören, was du denkst; denn von dieser Sekte ist uns bekannt, dass sie überall auf Widerspruch stößt.23Sie vereinbarten mit ihm einen bestimmten Tag, an dem sie in noch größerer Zahl zu ihm in die Wohnung kamen. Vom Morgen bis in den Abend hinein erklärte und bezeugte er ihnen das Reich Gottes und versuchte, sie vom Gesetz des Mose und von den Propheten aus für Jesus zu gewinnen. (Lk 24,44; Joh 1,45; Joh 5,45; Apg 13,16; Apg 17,2; 1Petr 1,10)24Die einen ließen sich durch seine Worte überzeugen, die andern blieben ungläubig.25Sie waren uneins untereinander und gingen weg. Paulus aber sagte noch das eine Wort: Treffend hat der Heilige Geist durch den Propheten Jesaja zu euren Vätern gesprochen:26Geh zu diesem Volk und sag: / Hören sollt ihr, hören, aber nicht verstehen; / sehen sollt ihr, sehen, aber nicht erkennen. (Jes 6,9; Mt 13,14; Mk 4,12; Lk 8,10; Joh 12,40)27Denn das Herz dieses Volkes ist hart geworden / und mit ihren Ohren hören sie nur schwer / und ihre Augen halten sie geschlossen, damit sie mit ihren Augen nicht sehen / und mit ihren Ohren nicht hören, / damit sie mit ihrem Herzen nicht zur Einsicht kommen, / sich bekehren und ich sie heile.28-29Darum sollt ihr nun wissen: Den Heiden ist dieses Heil Gottes gesandt worden. Und sie werden hören![3] (Ps 67,3; Ps 98,3; Lk 3,6; Apg 18,6)30Er blieb zwei volle Jahre in seiner Mietwohnung und empfing alle, die zu ihm kamen.31Er verkündete das Reich Gottes und lehrte über Jesus Christus, den Herrn - mit allem Freimut, ungehindert. (Apg 1,3; Apg 28,23; Röm 1,15)
1Una vez a salvo, fue que nos enteramos que la isla se llamaba Malta.2Y los nativos nos trataron con no poca humanidad, porque a causa de la lluvia que caía y del frío, encendieron un fuego y nos recibieron a todos.3Entonces Pablo, después de recoger cierta cantidad de leños, los echó al fuego, y una víbora que huía del calor se prendió de su mano.4Los nativos entonces, cuando vieron el animal que colgaba de su mano, decían unos a otros: Sin ninguna duda, este hombre es un homicida, pues aunque se ha salvado del mar, la Justicia no lo ha dejado vivir.5Pero él se sacudió el animal en el fuego sin padecer daño alguno.6Ellos en cambio esperaban que él se fuera a hinchar o a caer muerto de repente, pero después de mucho esperar, y viendo que nada malo le ocurría, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.7En los alrededores de aquel lugar había unas tierras del principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y nos hospedó bondadosamente por tres días.8Y aconteció que el padre de Publio yacía en cama, enfermo de fiebre y disentería; y entrando Pablo a verlo, después de orar, le impuso las manos y lo sanó.9Al ocurrir esto, también los demás que tenían enfermedades en la isla acudían y eran sanados.10Los cuales también nos honraron con muchas atenciones, y cuando estábamos para zarpar, nos proveyeron de todo lo necesario.
De Malta a Roma
11Después de tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había invernado en la isla y llevaba como mascarón de proa a los Dióscuros.12Y llegados a Siracusa, permanecimos tres días.13De allí, costeando alrededor llegamos a Regio. Y un día después, habiendo soplado un austro, al segundo día llegamos a Putéolis,14en donde hallamos hermanos, y fuimos invitados a permanecer con ellos siete días. Y así llegamos a Roma.15Cuando los hermanos oyeron acerca de nosotros, salieron de allí a recibirnos hasta el foro de Apio y las Tres Tabernas, viendo a los cuales, Pablo dio gracias a Dios, y cobró buen ánimo.16Cuando entramos en Roma, se le permitió a Pablo vivir aparte, con un soldado que lo custodiaba.
Con los judíos de Roma
17Tres días después, aconteció que él convocó a los más prominentes de los judíos; y cuando se reunieron, les dijo: Yo, varones hermanos, a pesar de no haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados, he sido entregado preso desde Jerusalem en manos de los romanos;18los cuales, después de interrogarme, querían soltarme, por no haber en mí ninguna causa de muerte.19Pero al oponerse los judíos, me vi obligado a apelar a César, no porque tenga de qué acusar a mi nación.20Así que, por esta causa os he llamado para veros y hablaros, pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.21Entonces ellos le dijeron: Nosotros no hemos recibido cartas de Judea acerca de ti, ni ha venido ninguno de los hermanos denunciando o hablando algo malo de ti.22Pero consideramos conveniente oír de ti lo que piensas, porque respecto a esta secta, nos es sabido que en todas partes se habla en contra de ella.23Y les fijó un día, y vinieron muchos adonde él posaba, y desde muy temprano hasta la tarde, testificando fielmente, les explicaba el reino de Dios y los persuadía acerca de Jesús, apoyándose tanto en la ley de Moisés como en los profetas.24Y algunos eran persuadidos por lo que decía, pero otros no creían.25Y estando en desacuerdo unos con otros, se despidieron luego que Pablo añadió una palabra más: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a vuestros padres,26diciendo: Ve a este pueblo, y di: Oyendo oiréis, pero de ningún modo entenderéis. Y viendo veréis, pero de ningún modo percibiréis.27Porque el corazón de este pueblo fue endurecido, Y sus oídos oyeron pesadamente, Y cerraron sus ojos. No sea que vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan con el corazón, Y se arrepientan, y Yo los sane.28-29Sea pues notorio, que a los gentiles ha sido enviada esta salvación de Dios. Ellos oirán.
Epílogo
30Y permaneció dos años enteros en su propia casa alquilada, y recibía a todos los que acudían a él,31proclamando el reino de Dios y enseñando lo concerniente al Señor Jesús el Mesías, con toda libertad y sin impedimento.