Salmo 2

La Biblia Textual

de Sociedad Bíblica Iberoamericana
1 ¿Para qué se sublevan las naciones, Y los pueblos traman cosas vanas?2 Se alzarán los reyes de la tierra, Y con príncipes consultarán unidos, Contra YHVH y contra su Ungido, diciendo:3 ¡Rompamos sus ligaduras Y echemos de nosotros sus cuerdas!4 El que se sienta en los cielos se sonreirá, Adonay se burlará de ellos.5 Luego les hablará en su ardiente ira, Los aterrorizará en su indignación.6 Yo mismo he ungido a mi Rey sobre Sión, mi santo monte.7 Yo promulgaré el decreto: YHVH me ha dicho: Mi hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy.8 ¡Pídeme!, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.9 Los quebrantarás con cetro de hierro, Los desmenuzarás como vasija de alfarero.10 Ahora pues, oh reyes, actuad sabiamente. Admitid amonestación, jueces de la tierra:11 Servid a YHVH con temor, Y regocijaos con temblor.12 ¡Besad los pies al Hijo! No sea que se irrite y perezcáis en el camino, Pues de repente se inflama su ira. ¡Cuán bienaventurados son todos los que se refugian en Él!

Salmo 2

Nueva Biblia Viva

de Biblica
1 ¿Por qué se unen las naciones en contra del SEÑOR y en vano conspiran?2 Los reyes de la tierra se preparan para la batalla; los gobernantes se asocian contra el SEÑOR y contra su ungido.3 «Vamos, rompamos sus cadenas», dicen, «liberémonos de la esclavitud de Dios».4 ¡Pero el SEÑOR de los cielos se ríe! Se burla de ellos.5 Y luego, con ardiente furia los reprende y los llena de espanto.6 El SEÑOR declara: «Este es el rey que he elegido. Lo he puesto en el trono de Jerusalén, mi santo monte».7 Su elegido responde: «Yo revelaré los eternos propósitos de Dios, pues el SEÑOR me ha dicho: “Tú eres mi hijo. Hoy mismo te he concebido.8 Pídeme, y te daré como herencia todas las naciones del mundo. ¡Tuyos serán los confines de la tierra!9 ¡Gobiérnalas con vara de hierro; rómpelas como vasijas de barro!”».10 Ustedes, los reyes, obren sabiamente.11 Sirvan al SEÑOR con temor reverente; con temblor ríndale alabanza.12 Bésenle los pies, antes que se encienda su ira y perezcan en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan el refugio!