Genèse 38

Segond 21

de Société Biblique de Genève
1 A cette époque-là, Juda s'éloigna de ses frères et se retira chez un homme d'Adullam appelé Hira.2 Là, il vit la fille d'un Cananéen du nom de Shua; il la prit pour femme et eut des relations avec elle.3 Elle tomba enceinte et mit au monde un fils qu'elle appela Er.4 Elle tomba enceinte et donna naissance à un fils qu'elle appela Onan.5 Elle mit de nouveau au monde un fils qu'elle appela Shéla. Juda était à Czib quand elle lui donna naissance.6 Juda prit pour Er, son fils aîné, une femme du nom de Tamar.7 Er, le fils aîné de Juda, était méchant aux yeux de l'Eternel et celui-ci le fit mourir.8 Alors Juda dit à Onan: «Unis-toi à la femme de ton frère, remplis tes devoirs de beau-frère envers elle et donne une descendance à ton frère.»9 Sachant que cette descendance ne serait pas pour lui, Onan perdait sa semence par terre lorsqu'il devait avoir des relations avec sa belle-sœur, afin de ne pas donner de descendance à son frère.10 Ce qu'il faisait déplut à l'Eternel, qui le fit aussi mourir.11 Alors Juda dit à sa belle-fille Tamar: «Reste veuve chez ton père jusqu'à ce que mon fils Shéla soit grand.» Il disait cela parce qu'il avait peur que Shéla ne meure comme ses frères. Tamar s'en alla donc habiter chez son père.12 Bien des jours passèrent et la fille de Shua qui était la femme de Juda mourut. Une fois consolé, Juda monta à Thimna vers ceux qui tondaient ses brebis. Il y monta avec son ami Hira l'Adullamite.13 On annonça à Tamar: «Ton beau-père monte à Thimna pour tondre ses brebis.»14 Alors elle retira ses habits de veuve, se couvrit d'un voile dont elle s'enveloppa et elle s'assit à l'entrée d'Enaïm, sur le chemin de Thimna. Elle voyait bien, en effet, que Shéla était devenu grand et qu'elle ne lui était pas donnée en mariage.15 Juda la vit et la prit pour une prostituée, parce qu'elle avait couvert son visage.16 Il l'aborda sur le chemin et dit: «Laisse-moi avoir des relations avec toi.» Il ignorait en effet que c'était sa belle-fille. Elle dit: «Que me donneras-tu pour cela?»17 Il répondit: «Je t'enverrai un chevreau de mon troupeau.» Elle dit: «Donne-moi un gage jusqu'à ce que tu l'envoies.»18 Il répondit: «Quel gage te donnerai-je?» Elle dit: «Ton sceau, ton cordon et le bâton que tu tiens.» Il les lui donna. Puis il s'unit à elle et elle tomba enceinte de lui.19 Elle se leva et s'en alla. Elle retira son voile et remit ses habits de veuve.20 Juda envoya le chevreau par l'intermédiaire de son ami l'Adullamite pour reprendre le gage à la femme, mais celui-ci ne la trouva pas.21 Il interrogea les habitants de l'endroit en disant: «Où est la prostituée qui se tenait à Enaïm, sur le chemin?» Ils répondirent: «Il n'y a jamais eu ici de prostituée sacrée.»22 Il retourna vers Juda et dit: «Je ne l'ai pas trouvée, et même les habitants de l'endroit ont dit: ‘Il n'y a jamais eu ici de prostituée sacrée.’»23 Juda dit: «Qu'elle garde ce qu'elle a, sinon nous nous exposerions au mépris. J'ai envoyé ce chevreau et tu ne l'as pas trouvée.»24 Environ trois mois plus tard, on vint annoncer à Juda: «Ta belle-fille Tamar s'est prostituée et la voilà même enceinte à la suite de sa prostitution.» Juda dit: «Faites-la sortir et qu'elle soit brûlée.»25 Comme on l'amenait dehors, elle fit dire à son beau-père: «C'est de l'homme à qui ces objets appartiennent que je suis enceinte.» Elle ajouta: «Reconnais donc à qui appartiennent ce sceau, ce cordon et ce bâton.»26 Juda les reconnut et dit: «Elle est moins coupable que moi, puisque je ne l'ai pas donnée à mon fils Shéla.» Cependant, il n'eut plus de relations sexuelles avec elle.27 Quand ce fut pour elle le moment d'accoucher, voici qu'il y avait des jumeaux dans son ventre.28 Pendant l'accouchement il y en eut un qui présenta la main. La sage-femme la prit et y attacha un fil cramoisi en disant: «Celui-ci sort le premier.»29 Cependant, il retira la main et c'est son frère qui sortit. Alors la sage-femme dit: «Quelle brèche tu t'es ouverte!» et on l'appela Pérets.30 Ensuite sortit son frère, celui qui avait à la main le fil cramoisi, et on l'appela Zérach.

Genèse 38

Nueva Versión Internacional (Castellano)

de Biblica
1 Por esos días, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, residente del pueblo de Adulán.2 Allí Judá conoció a una mujer, hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Después de tener relaciones con él,3 ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er.4 Tiempo después volvió a concebir, y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán.5 Pasado el tiempo tuvo otro hijo, al que llamó Selá, el cual nació en Quezib.6 Judá consiguió para Er, su hijo mayor, una esposa que se llamaba Tamar.7 Pero al SEÑOR no le agradó la conducta del primogénito de Judá, y le quitó la vida.8 Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado; así le darás descendencia a tu hermano».9 Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia.10 Esta conducta ofendió mucho al SEÑOR, así que también a él le quitó la vida.11 Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse». Pero en realidad Judá pensaba que Selá podría morirse, lo mismo que sus hermanos. Así que Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.12 Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita.13 Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas,14 se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat. Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo.15 Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta.16 No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo: ―Deja que me acueste contigo. ―¿Qué me das si te digo que sí? —le preguntó ella.17 ―Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño —respondió Judá. ―Está bien —respondió ella—, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes.18 ―¿Qué prenda quieres que te deje? —preguntó Judá. ―Dame tu sello y tu cordón, y el bastón que llevas en la mano —respondió Tamar. Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada.19 Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.20 Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella.21 Entonces le preguntó a la gente del lugar: ―¿Dónde está la prostituta[1] de Enayin, la que se sentaba junto al camino? ―Aquí nunca ha habido una prostituta así —le contestaron.22 El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo: ―No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como esa.23 ―Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste.24 Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: ―Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. ―¡Sacadla y quemadla! —exclamó Judá.25 Pero, cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me ha dejado embarazada. A ver si tú reconoces de quién son este sello, el cordón del sello y este bastón».26 Judá los reconoció y declaró: «Su conducta es más justa que la mía, pues yo no se la di por esposa a mi hijo Selá». Y no volvió a acostarse con ella.27 Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, resultó que tenía mellizos en su seno.28 En el momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; la partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: «Este salió primero».29 Pero en ese momento el niño metió la mano, y salió primero el otro. Entonces la partera dijo: «¡Cómo te abriste paso!» Por eso al niño lo llamaron Fares.[2]30 Luego salió su hermano, con el hilo rojo atado en la mano, y lo llamaron Zera.[3]