1.Mose 21

Neue evangelistische Übersetzung

von Karl-Heinz Vanheiden
1 Jahwe dachte an Sara und tat an ihr, was er zugesagt hatte.2 Sie wurde schwanger und gebar Abraham in seinem Alter noch einen Sohn. Es war genau zu der Zeit, die Gott angegeben hatte.3 Abraham nannte den Sohn, den Sara ihm geboren hatte, Isaak.4 Als sein Sohn acht Tage alt geworden war, beschnitt Abraham ihn, wie Gott es angeordnet hatte.5 Hundert Jahre alt war er bei der Geburt Isaaks.6 Sara sagte: „Gott hat mir ein Lachen geschenkt! Jeder, der es hört, wird mit mir lachen.7 Wer hätte Abraham je zugeraunt: 'Sara wird ein Söhnchen stillen!' Und doch habe ich ihm in seinem Alter noch einen Sohn geboren!“8 Das Kind wuchs heran. Als Isaak dann von der Mutterbrust entwöhnt wurde, feierte Abraham ein großes Fest.9 Eines Tages bemerkte Sara, wie Ismaël, der Sohn der Ägypterin Hagar, den diese Abraham geboren hatte, verächtlich lachte.10 Da sagte sie zu Abraham: „Jag mir die Sklavin und ihren Sohn weg! Der Sohn dieser Sklavin soll nicht mit meinem Sohn das Erbe teilen, nicht mit Isaak!“[1] (Gal 4,30)11 Abraham missfiel das sehr, denn es ging ja um seinen Sohn.12 Aber Gott sagte zu ihm: „Gräm dich nicht wegen des Jungen und wegen deiner Sklavin. Hör auf alles, was Sara dir sagt! Denn nur Isaaks Nachkommen werden als die deinen gelten.[2] (Röm 9,7; Hebr 11,18)13 Doch auch den Sohn der Sklavin mache ich zu einem Volk, weil er von dir abstammt.“14 Am frühen Morgen stand Abraham auf, nahm Brot und einen Schlauch mit Wasser, packte Hagar alles auf die Schulter, übergab ihr das Kind und schickte sie fort. Hagar ging weg, doch verirrte sie sich in der Wüste von Beerscheba.[3]15 Als ihnen das Wasser im Schlauch ausgegangen war, legte sie den Jungen unter einen der Sträucher16 und setzte sich einen Bogenschuss weit entfernt auf die Erde, weil sie es nicht ertragen konnte, das Sterben des Jungen mit ansehen zu müssen. So saß sie ihm dort gegenüber und weinte.17 Aber Gott hörte den Jungen. Da rief der Engel Gottes[4] Hagar vom Himmel aus zu: „Was ist mit dir, Hagar? Hab keine Angst! Gott hat den Jungen gehört, wo er jetzt liegt.18 Steh auf und nimm ihn bei der Hand! Ich werde ihn zu einem großen Volk werden lassen.“19 Dann öffnete Gott ihr die Augen, und sie sah einen Wasserbrunnen. Da ging sie hin, füllte den Schlauch mit Wasser und gab dem Jungen zu trinken.20 Gott kümmerte sich auch weiter um ihn. Er wuchs in der Wüste heran und wurde ein Bogenschütze.21 Es war die Wüste Paran,[5] in der er lebte und wo seine Mutter ihm eine Ägypterin zur Frau gab.22 Um diese Zeit kam Abimelech mit seinem Heerführer Pichol zu Abraham und sagte zu ihm: „Gott ist mit dir und lässt dir alles gelingen, was du tust.23 So schwöre mir jetzt bei Gott, dass du weder mich noch meine Kinder und Kindeskinder treulos behandeln wirst. Ich habe dir nur Gutes erwiesen. Handle du ebenso an mir und dem Land, in dem du als Fremder lebst!“24 „Ja, ich schwöre es“, sagte Abraham.25 Er beklagte sich aber bei Abimelech, dass dessen Leute ihm gewaltsam einen Brunnen weggenommen hatten.26 „Ich weiß nicht, wer das war“, sagte Abimelech. „Du hast mir bis heute nichts davon gesagt, und ich habe auch sonst noch nichts davon gehört.“27 Da übergab Abraham Abimelech eine Anzahl Kleinvieh und Rinder, und die beiden schlossen einen Bund.28 Abraham hatte aber noch sieben Schaflämmer aus seiner Herde ausgesondert.29 „Was sollen diese sieben Lämmer?“, fragte Abimelech.30 Abraham erwiderte: „Die musst du extra von mir annehmen, damit du auf diese Weise bestätigst, dass der Brunnen mir gehört.“31 Deshalb nennt man diesen Ort Beerscheba, 'Brunnen des Siebenschwurs', weil beide dort ihren Vertrag beschworen hatten.32 Nachdem sie so einen Bund in Beerscheba geschlossen hatten, kehrten Abimelech und sein Heerführer Pichol ins Land der Philister zurück.33 Abraham aber pflanzte dort eine Tamariske[6] und rief den Namen Jahwes, des ewigen Gottes, an.34 Er hielt sich noch lange als Fremder im Land der Philister auf.

1.Mose 21

Nueva Versión Internacional (Castellano)

von Biblica
1 Tal como el SEÑOR lo había dicho, se ocupó de Sara y cumplió con la promesa que le había hecho.2 Sara quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejez. Esto sucedió en el tiempo anunciado por Dios.3 Al hijo que Sara le dio, Abraham le puso por nombre Isaac.[1]4 Cuando su hijo Isaac cumplió ocho días de nacido, Abraham lo circuncidó, tal como Dios le había ordenado.5 Abraham tenía ya cien años cuando nació su hijo Isaac.6 Sara dijo entonces: «Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se reirán conmigo.7 ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos? Sin embargo, le he dado un hijo en su vejez».8 El niño Isaac creció y fue destetado. Ese mismo día, Abraham hizo un gran banquete.9 Pero Sara se dio cuenta de que el hijo que Agar la egipcia le había dado a Abraham se burlaba de su hijo Isaac.[2]10 Por eso le dijo a Abraham: ―¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac.11 Este asunto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su propio hijo.12 Pero Dios le dijo a Abraham: «No te angusties por el muchacho ni por la esclava. Hazle caso a Sara, porque tu descendencia se establecerá por medio de Isaac.13 Pero también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es hijo tuyo».14 Al día siguiente, Abraham se levantó de madrugada, tomó un pan y un odre de agua, y se los dio a Agar, poniéndoselos sobre el hombro. Luego le entregó a su hijo y la despidió. Agar partió y anduvo errante por el desierto de Berseba.15 Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de un arbusto16 y fue a sentarse sola a cierta distancia,[3] pues pensaba: «No quiero ver morir al niño». En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente.17 Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño.18 Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación».19 En ese momento Dios le abrió a Agar los ojos, y ella vio un pozo de agua. En seguida fue a llenar el odre y le dio de beber al niño.20 Dios acompañó al niño, y este fue creciendo; vivió en el desierto y se convirtió en un experto arquero;21 habitó en el desierto de Parán y su madre lo casó con una egipcia.22 En aquel tiempo, Abimélec, que estaba acompañado por Ficol, jefe de su ejército, le dijo a Abraham: ―Dios está contigo en todo lo que haces.23 Júrame ahora, por Dios mismo, que no me tratarás a mí con falsedad, ni tampoco a mis hijos ni a mis descendientes. Júrame que a mí y al país que te ha recibido como extranjero nos tratarás con la misma lealtad con que yo te he tratado.24 ―¡Lo juro! —respondió Abraham.25 Luego Abraham se quejó ante Abimélec por causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimélec se habían apropiado.26 Pero Abimélec dijo: ―No sé quién pudo haberlo hecho. Me acabo de enterar, pues tú no me lo habías dicho.27 Entonces Abraham llevó ovejas y vacas, y se las dio a Abimélec, y los dos hicieron un pacto.28 Pero Abraham apartó siete corderas del rebaño,29 por lo que Abimélec le preguntó: ―¿Qué pasa? ¿Por qué has apartado estas siete corderas?30 ―Acepta estas siete corderas —le contestó Abraham—. Ellas servirán de prueba de que yo cavé este pozo.31 Por eso a aquel lugar le dieron el nombre de Berseba,[4] porque allí los dos hicieron un juramento.32 Después de haber hecho el pacto en Berseba, Abimélec y Ficol, el jefe de su ejército, volvieron al país de los filisteos.33 Abraham plantó un tamarisco en Berseba, y en ese lugar invocó el nombre del SEÑOR, el Dios eterno.34 Y se quedó en el país de los filisteos durante mucho tiempo.