Jeremia 38

Neue evangelistische Übersetzung

von Karl-Heinz Vanheiden
1 Einige der Oberen des Königs, nämlich Schefatja Ben-Mattan, Gedalja Ben-Paschhur, Juchal Ben-Schelemja und Paschhur Ben-Malkija hörten, wie Jeremia im Wachthof öffentlich sagte:2 „So spricht Jahwe: 'Wer in dieser Stadt bleibt, wird entweder durch das Schwert, durch den Hunger oder die Pest sterben. Wer aber hinausgeht und sich den Chaldäern ergibt, kommt mit dem Leben davon.'3 So spricht Jahwe: 'Das Heer des Königs von Babylon wird diese Stadt ganz gewiss in die Hand bekommen und erobern.'“4 Die Oberen sagten zum König: „Dieser Mann muss getötet werden! Wenn er so weiterredet, raubt er den Soldaten, die in der Stadt noch übrig sind, und dem ganzen Volk den letzten Mut. Dieser Mensch sucht nicht das Wohl des Volkes, sondern seinen Untergang.“5 „Macht mit ihm, was ihr wollt“, sagte der König. „Ich kann euch nicht daran hindern.“6 Da brachten sie Jeremia zur Zisterne des Prinzen Malkija und ließen ihn an Stricken hinunter. In der Zisterne war kein Wasser mehr, sondern nur Schlamm. Jeremia sank tief darin ein.7 Im Königspalast lebte ein Eunuch aus Nubien[1] namens Ebed-Melech; der hörte, dass sie Jeremia in die Zisterne gebracht hatten. Der König hielt sich gerade im Benjamintor auf.8 Da verließ Ebed-Melech den Palast und ging zum König.9 „Mein Herr und König“, sagte er, „diese Männer haben dem Propheten Jeremia übel mitgespielt. Sie haben ihn in die Zisterne geworfen. Er wird dort verhungern, denn es gibt kein Brot mehr in der Stadt.“10 Da befahl der König: „Nimm dir dreißig Männer von hier mit und hole ihn aus der Zisterne, bevor er stirbt.“11 Ebed-Melech ging in Begleitung dieser Männer in den Königspalast und holte aus der Vorratskammer Lumpen und zerrissene Kleider. Dann ließ er diese an Stricken zu Jeremia hinunter12 und rief ihm zu: „Leg die zerlumpten Kleider unter deine Achseln, damit die Stricke nicht einschneiden.“ Jeremia tat es.13 Nun zogen sie ihn an den Stricken hoch und holten ihn aus der Zisterne. Jeremia blieb von da an wieder im Wachthof.14 Dann ließ König Zidkija den Propheten Jeremia zu sich in den dritten Eingang vom Haus Jahwes holen. Er sagte: „Ich frage dich, ob du eine Botschaft für mich hast. Verschweige mir nichts!“15 Jeremia erwiderte: „Wenn ich es dir sage, lässt du mich bestimmt umbringen. Und wenn ich dir einen Rat gebe, hörst du ja doch nicht darauf.“16 Da schwor der König Jeremia heimlich: „So wahr Jahwe lebt, der uns das Leben gegeben hat: Ich lasse dich nicht töten und liefere dich auch nicht den Männern aus, die dich umbringen wollen!“17 Da sagte Jeremia zu Zidkija: „So spricht Jahwe, der allmächtige Gott, der Gott Israels: 'Wenn du hinausgehst und dich den Heerführern des Königs von Babylon ergibst, wirst du mit deiner Familie am Leben bleiben, und diese Stadt wird nicht in Brand gesteckt.18 Wenn du aber nicht hinausgehst, wird die Stadt den Chaldäern in die Hände fallen und sie werden sie niederbrennen. Auch du wirst ihnen dann nicht entkommen.'“19 Der König entgegnete: „Ich fürchte, dass die Chaldäer mich den Judäern ausliefern, die schon zu ihnen übergelaufen sind. Die würden mir sicher übel mitspielen.“20 „Nein“, sagte Jeremia, „man wird dich nicht ausliefern. Hör doch auf das, was Jahwe dir durch mich sagen lässt; dann geschieht dir nichts und du bleibst am Leben!21 Doch wenn du dich nicht ergibst, wird geschehen, was Jahwe mir gezeigt hat.22 Du wirst sehen: Alle Frauen, die im Palast des Königs von Juda übrig geblieben sind, werden zu den Heerführern des Königs von Babylon hinausgeführt. Sie werden klagen: , Verführt und betrogen haben sie dich, / die Männer deines Vertrauens. / Deine Füße versanken im Sumpf, / doch sie machten sich alle davon!'23 Man wird alle deine Frauen und Kinder zu den Chaldäern hinausführen. Auch du wirst ihnen nicht entkommen, sondern dem König von Babylon gefangen ausgeliefert werden. Und du wirst schuld daran sein, dass diese Stadt niedergebrannt wird.“24 Zidkija sagte noch zu Jeremia: „Niemand darf erfahren, was wir hier besprochen haben, sonst bringen sie dich um.25 Und wenn die Oberen hören, dass ich mit dir geredet habe, werden sie zu dir kommen und dich ausfragen: 'Was hast du zum König gesagt? Was hat dir der König erwidert? Verschweige uns nichts, sonst bringen wir dich um!'26 Dann sage ihnen nur: 'Ich habe den König dringend gebeten, mich nicht ins Haus Jonatans zurückzuschicken, denn dort würde ich sterben.'“27 Tatsächlich kamen alle Oberen zu Jeremia und fragten ihn aus. Er antwortete ihnen genauso, wie der König es ihm befohlen hatte. Da ließen sie ihn in Ruhe, denn die Sache war sonst nicht bekannt geworden.28 Jeremia blieb im Wachthof bis zu dem Tag, an dem Jerusalem erobert wurde.

Jeremia 38

La Biblia Textual

von Sociedad Bíblica Iberoamericana
1 Pero Sefatías ben Matán, Gedalías ben Pasur, Jucal ben Selemías y Pasur ben Malquías, oyeron las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:2 Así dice YHVH: El que se quede en esta ciudad morirá a espada, o de hambre, o de pestilencia; pero el que se pase a los caldeos vivirá, pues su vida le será por botín, y vivirá.3 Así dice YHVH: Ciertamente esta ciudad será entregada en manos del ejército del rey de Babilonia, y la tomará.4 Entonces dijeron los príncipes al rey: ¡Te rogamos que este hombre sea ejecutado!, porque debilita las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras, pues no busca este hombre la paz de este pueblo, sino su mal.5 Y el rey Sedequías respondió: Mirad, él está en vuestras manos; nada puede hacer el rey contra vosotros.6 Entonces prendieron a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías ben Hamelec, que estaba en el atrio de la guardia. Metieron allí a Jeremías con sogas; pero en la cisterna no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.7 Pero un etíope llamado Ebed-melec, eunuco del palacio real, supo que habían puesto a Jeremías en la cisterna; y estando sentado el rey en la puerta de Benjamín,8 Ebed-melec salió del palacio real y habló al rey, diciendo:9 Oh rey, señor mío, mal actuaron estos varones en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual hicieron echar en la cisterna, donde morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.10 Entonces el rey ordenó a Ebed-melec el etíope, diciendo: Toma treinta hombres contigo, y haz sacar al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.11 Y tomando Ebed-melec consigo a los hombres, entró a la casa del rey debajo de la tesorería, y de allí tomó trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, y junto con unas sogas, los echó a Jeremías en la cisterna.12 Y Ebed-melec, el etíope, dijo a Jeremías: Ponte ahora esos trapos viejos y ropas raídas y andrajosas bajo los sobacos, debajo de las sogas; y Jeremías lo hizo así.13 De este modo sacaron a Jeremías con sogas, y lo subieron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el atrio de la guardia.14 Después el rey Sedequías hizo traer al profeta Jeremías ante su presencia, en la tercera entrada de la Casa de YHVH. Y el rey dijo a Jeremías: Te haré una pregunta. No me encubras cosa alguna.15 Y Jeremías dijo a Sedequías: Si te lo declaro, ¿acaso no me matarás? y si te doy consejo, no me escucharás.16 Pero el rey Sedequías juró en secreto a Jeremías, diciendo: Vive YHVH que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te entregaré en mano de los varones que buscan tu vida.17 Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así dice YHVH ’Elohim Sebaot, Dios de Israel: Si te entregas en seguida a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta a fuego, y vivirás, tú y tu casa.18 Pero si no te entregas a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los caldeos, y le prenderán fuego, y tú no escaparás de sus manos.19 El rey Sedequías dijo a Jeremías: Tengo temor de los judíos que desertaron a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan.20 Pero Jeremías le respondió: No te entregarán. Oye ahora la voz de YHVH en lo que te digo, y te irá bien y vivirás.21 Pero si no quieres entregarte, ésta es la palabra que me ha mostrado YHVH:22 He aquí que todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá serán sacadas a los príncipes del rey de Babilonia; y ellas mismas dirán: Te dejaste dominar por tus hombres de confianza, y ahora que estás hundido en el fango, se han echado atrás.23 Sacarán pues a todas tus mujeres y a tus hijos a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que serás apresado por mano del rey de Babilonia, y harás que esta ciudad sea quemada a fuego.24 Entonces Sedequías dijo a Jeremías: Que nadie sepa estas palabras, y tú no morirás.25 Y si los príncipes oyen que yo he hablado contigo, y vienen a ti y te dicen: Decláranos ahora lo que le dijiste al rey, sin ocultarnos nada, y no te mataremos, y asimismo qué te respondió el rey,26 tú les dirás: Supliqué al rey que no me hiciera volver a casa de Jonatán para morir allá.27 En efecto, vinieron luego todos los príncipes a Jeremías, y le preguntaron, y él les respondió conforme a todo lo que el rey le había mandado. Con esto se alejaron de él, de modo que el asunto no se conoció.28 Y Jeremías permaneció en el atrio de la guardia hasta el día que Jerusalem fue tomada. Y estaba allí cuando Jerusalem fue conquistada.