1.Samuel 30

Neue evangelistische Übersetzung

von Karl-Heinz Vanheiden
1 Als David und seine Männer am dritten Tag in Ziklag ankamen, fanden sie die Stadt in Schutt und Asche gelegt. Die Amalekiter waren in den Negev eingefallen und hatten Ziklag verwüstet.2 Bei ihrem Abzug hatten sie alle Frauen und Kinder in der Stadt als Gefangene verschleppt, aber niemand getötet.3 Als David und seine Männer die niedergebrannte Stadt sahen und feststellten, dass ihre Frauen und Kinder gefangen weggeschleppt worden waren,4 schrien sie laut auf und weinten, bis sie nicht mehr konnten.5 Auch die beiden Frauen Davids waren unter den Gefangenen: Ahinoam aus Jesreel und Abigajil, die Witwe Nabals aus Karmel.6 David kam in schwere Bedrängnis, denn die Leute sprachen davon, ihn zu steinigen, so erbittert waren sie über den Verlust ihrer Söhne und Töchter. Aber David holte sich Mut bei Jahwe, seinem Gott.7 Er befahl dem Priester Abjatar Ben-Ahimelech, das Efod zu bringen.8 Dann fragte er Jahwe: „Soll ich diese Räuberbande verfolgen? Werde ich sie einholen?“ – „Ja, verfolge sie! Du wirst sie gewiss einholen und die Gefangenen befreien!“, erhielt er zur Antwort.9 Da brach David mit seinen 600 Männern sofort auf. Als sie den Bach Besor[1] erreichten, machten die Zurückbleibenden dort Halt.10 200 Mann waren einfach zu erschöpft, um den Bach zu überqueren, und blieben zurück. David setzte die Verfolgung mit 400 Mann fort.11 Unterwegs fanden sie einen Ägypter und brachten ihn zu David. Sie gaben ihm Brot und Wasser.12 Dann reichten sie ihm eine Portion gepresste Feigen und zwei Rosinenkuchen. Als er gegessen hatte, kam er wieder zu Kräften und sagte, dass er drei Tage lang nichts zu essen und zu trinken gehabt hätte.13 David fragte ihn: „Zu wem gehörst du und woher kommst du?“ – „Ich bin ein Ägypter“, erwiderte er, „der Sklave eines Amalekiters. Mein Herr hat mich vor drei Tagen hier zurückgelassen, weil ich krank wurde.14 Wir sind ins Südland der Kreter[2] eingefallen, in das südliche Gebiet Judas, wo die Nachkommen Kalebs wohnen, und haben auch Ziklag eingeäschert.“15 „Kannst du mich zu dieser Räuberbande hinführen?“, fragte David. Der Sklave erwiderte: „Schwöre mir bei Gott, dass du mich nicht tötest oder meinem Herrn auslieferst! Dann werde ich dich zu dieser Bande hinunterführen.“16 Er führte sie hin, und sie fanden die Amalekiter über die ganze Gegend zerstreut. Sie aßen und tranken und tanzten, weil sie bei den Philistern und in Juda so reiche Beute gemacht hatten.17 David fiel über sie her und schlug sie von der Morgendämmerung an bis zum Abend des folgenden Tages. Alle wurden niedergemacht, nur 400 junge Männer konnten auf Kamelen fliehen.18 David befreite alle Gefangenen und auch seine beiden Frauen.19 Niemand wurde vermisst, weder Söhne noch Töchter noch irgendwelche Beute. Alles, was die Amalekiter weggenommen hatten, brachte David zurück.20 Die Schafe, Ziegen und Rinder der Amalekiter nahm David für sich. Seine Leute trieben sie vor ihrem eigenen Vieh her und sagten: „Das ist Davids Beute!“21 Die 200 Männer, die zu erschöpft gewesen waren, um David zu folgen, und am Besorbach zurückgeblieben waren, kamen nun David und seinen Männern entgegen. David ging auf sie zu und fragte sie nach ihrem Wohlergehen.22 Aber unter denen, die mit David gezogen waren, gab es ein paar bösartige und niederträchtige Männer, die sagten: „Sie sind nicht mit uns in den Kampf gezogen, also geben wir ihnen auch nichts von der Beute, die wir gemacht haben. Sie sollen ihre Frauen und Kinder nehmen und verschwinden.“23 Doch David sagte: „Nein, meine Brüder, so machen wir es nicht mit dem, was Jahwe uns schenkte! Er war es doch, der uns beschützt und diese Räuberbande in unsere Hände gegeben hat.24 Wer sollte denn in dieser Sache auf euch hören? Nein, der eine zieht in den Kampf, der andere schützt den Tross, und die Beute wird ehrlich unter alle geteilt!“25 Von da an wurde es immer so gehandhabt. David machte es zu einem festen Recht in Israel, und es wird bis heute befolgt.26 Als David dann nach Ziklag zurückkam, schickte er einen Teil der Beute an die Ältesten Judas, seine Nachbarn, und ließ ihnen ausrichten: „Hier ist ein Segensgruß aus der Beute der Feinde Jahwes für euch!“27 Er schickte solche Geschenke nach Betuël, nach Ramot im Negev, nach Jattir,28 Aroër, Sifmot, Eschtemoa29 und Rakal, in die Städte der Jerachmeëliter und Keniter,30 nach Horma, Bor-Aschan, Atach31 und Hebron, und außerdem in alle Orte, in denen er sich mit seinen Leuten aufgehalten hatte.

1.Samuel 30

La Biblia Textual

von Sociedad Bíblica Iberoamericana
1 Al tercer día, cuando David y sus hombres llegaron a Siclag, aconteció que los amalecitas habían hecho una incursión en el Néguev contra Siclag, y habían asolado y prendido fuego a Siclag.2 También habían tomado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, grandes y pequeños. Pero a nadie habían matado, sino que se los habían llevado al proseguir su camino.3 Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, he aquí estaba quemada a fuego, y sus mujeres, y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.4 Entonces David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron, hasta que no les quedaron más fuerzas para llorar.5 También habían sido tomadas cautivas las dos mujeres de David: Ahinoam jezreelita y Abigail, mujer de Nabal carmelita.6 Y David estaba muy angustiado porque el pueblo hablaba de apedrearlo, por cuanto todo el pueblo estaba con ánimo amargado, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David se fortaleció en YHVH su Dios.7 Y dijo David al sacerdote Abiatar ben Ahimelec: Te ruego que me acerques el éfod. Y Abiatar acercó el éfod a David.8 Y David consultó a YHVH, preguntándole: ¿Perseguiré a esta banda? ¿Los podré alcanzar? Y Él le respondió: Persíguelos porque de seguro la alcanzarás, y sin duda los rescatarás.9 Así pues, David partió, él y los seiscientos hombres que estaban con él, y llegaron hasta el torrente Besor, que los rezagados no pasaron.10 Pero David continuó, él y cuatrocientos hombres, porque doscientos se habían detenido pues estaban demasiado cansados para cruzar el torrente Besor.11 Y encontraron por el campo a un egipcio, al cual llevaron a David, y le dieron pan, y comió, y le hicieron beber agua;12 y le dieron un trozo de torta de higos secos y dos racimos de uvas pasas. Y cuando él hubo comido le volvió el aliento, pues no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.13 Y David le preguntó: ¿A quién perteneces? ¿De dónde vienes? Y él respondió: Soy un joven de Egipto, siervo de un amalecita, y mi amo me abandonó hace tres días, porque enfermé.14 Nosotros hicimos una incursión al sur de los cereteos, y sobre lo que pertenece a Judá, y por el sur de Caleb, y prendimos fuego a Siclag.15 Y David le dijo: ¿Me conducirás tú hasta esa banda? Y él respondió: Júrame por ’Elohim que no me matarás ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te conduciré a esa banda.16 Así pues, lo condujo. Y he aquí ellos estaban esparcidos por toda aquella tierra comiendo y bebiendo y festejando por todo el gran despojo que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.17 Y David los atacó desde el alba hasta la tarde del día siguiente, y no escapó ninguno de ellos, excepto cuatrocientos jóvenes que montaron en camellos y huyeron.18 Y David liberó a todos los que habían tomado los amalecitas, asimismo David rescató a sus dos mujeres.19 Y no les faltó cosa pequeña ni grande, ni hijos ni hijas, ni del despojo de todo lo que les habían tomado. David lo recuperó todo.20 Además David se apoderó de todos los rebaños y las vacadas, los cuales llevaron delante del ganado recobrado, y decían: ¡Este es el botín de David!21 Y David llegó a los doscientos hombres, que de tan débiles que estaban no habían podido seguir a David, a los cuales había dejado junto al torrente Besor. Ellos salieron a recibir a David y a la gente que lo acompañaba, y cuando David se aproximó, los saludó.22 Pero todos los hombres perversos e hijos de Belial de los que habían ido con David, hablaron y dijeron: Puesto que no fueron con nosotros, no les daremos del despojo recuperado, excepto su mujer y sus hijos a cada uno para que se los lleven y se vayan.23 Pero David dijo: Hermanos míos, no hagáis eso con lo que nos ha dado YHVH, pues nos ha guardado y ha entregado en nuestra mano la banda que vino contra nosotros.24 ¿Y quién os escuchará en esto? Porque la misma parte ha de ser para los que van a la batalla que para los que se quedan con el bagaje. Que participen por igual.25 Y desde aquel día en adelante quedó establecido así por estatuto y por decreto en Israel hasta hoy.26 Y al llegar a Siclag, David envió parte del despojo a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros del despojo de los enemigos de YHVH.27 También envió a los que estaban en Bet-’El, en Ramot del sur, a los que estaban en Jatir,28 a los que estaban en Aroer y en Sifmot, a los que estaban en Estemoa;29 a los que estaban en Racal, a los que estaban en las ciudades de Jerameel, a los que estaban en las ciudades del ceneo;30 a los que estaban en Horma, a los que estaban en Corasán, a los que estaban en Atac;31 y a los que estaban en Hebrón, y para todos los lugares que David había recorrido con sus hombres.