Psalm 31

Nueva Versión Internacional (Castellano)

1 – En ti, SEÑOR, busco refugio; jamás permitas que me avergüencen; en tu justicia, líbrame. (Ps 71,1)2 Inclina a mí tu oído, y acude pronto a socorrerme. Sé tú mi roca protectora, la fortaleza de mi salvación.3 Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza, dirígeme por amor a tu nombre.4 Líbrame de la trampa que me han tendido, porque tú eres mi refugio.5 En tus manos encomiendo mi espíritu; líbrame, SEÑOR, Dios de la verdad.6 Odio a los que veneran ídolos vanos; yo, por mi parte, confío en ti, SEÑOR.7 Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma.8 No me entregaste al enemigo, sino que me pusiste en lugar espacioso.9 Ten compasión de mí, SEÑOR, que estoy angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo!10 La vida se me va en angustias, y los años, en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando.11 A causa de todos mis enemigos, soy el hazmerreír de mis vecinos; soy un espanto para mis amigos; de mí huyen los que me encuentran en la calle.12 Me han olvidado, como si hubiera muerto; soy como una vasija hecha pedazos.13 Son muchos a los que oigo cuchichear: «Hay terror por todas partes». Se han confabulado contra mí, y traman quitarme la vida.14 Pero yo, SEÑOR, confío en ti, y digo: «Tú eres mi Dios».15 Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores.16 Que tu faz irradie luz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame.17 SEÑOR, no permitas que me avergüencen, porque a ti he clamado. Que sean avergonzados los malvados, y acallados en el sepulcro.18 Que sean silenciados sus labios mentirosos, porque hablan contra los justos con orgullo, desdén e insolencia.19 Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian.20 Al amparo de tu presencia los proteges de las intrigas humanas; en tu morada los resguardas de las lenguas contenciosas.21 Bendito sea el SEÑOR, pues mostró su gran amor por mí cuando me hallaba en una ciudad sitiada.22 En mi confusión llegué a decir: «¡He sido arrojado de tu presencia!» Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te pedí que me ayudaras.23 Amad al SEÑOR, todos sus fieles; él protege a los dignos de confianza, pero a los orgullosos les da su merecido.24 Cobrad ánimo y armaos de valor, todos los que en el SEÑOR esperáis.