Jeremia 37

Hoffnung für alle

von Biblica
1 König Nebukadnezar von Babylonien setzte Zedekia, den Sohn von Josia, als König über Juda ein. Er trat an die Stelle von Jojachin[1], der ein Sohn von Jojakim war. (Jer 22,24)2 Doch Zedekia, seine obersten Beamten und das Volk hörten nicht auf das, was der HERR ihnen durch den Propheten Jeremia sagte.3 Eines Tages schickte Zedekia Juchal, den Sohn von Schelemja, und den Priester Zefanja, den Sohn von Maaseja, zu Jeremia mit der Bitte: »Bete für uns zum HERRN, unserem Gott!«4 Man hatte Jeremia noch nicht gefangen genommen, er konnte sich frei unter dem Volk bewegen.5 Zu dieser Zeit hatten die Babylonier bereits mit der Belagerung Jerusalems begonnen. Doch als sie hörten, dass das Heer des Pharaos aus Ägypten aufgebrochen war, um den Israeliten zu Hilfe zu kommen, zogen sie ab.6 Da gab der HERR dem Propheten Jeremia eine Botschaft für die Abgesandten des Königs:7 »So spricht der HERR, der Gott Israels: Sagt dem König von Juda, der euch zu mir gesandt hat und mich um Rat fragen will: Das Heer des Pharaos ist losgezogen, um euch zu helfen, aber es wird wieder nach Ägypten umkehren.8 Dann werden die Babylonier zurückkommen und eure Stadt angreifen, sie werden sie einnehmen und in Brand stecken.9 Ja, ich, der HERR, warne euch: Täuscht euch nur nicht! Ihr hofft, dass die Babylonier endgültig abgezogen sind. Aber sie werden wiederkommen!10 Selbst wenn ihr das ganze Heer besiegen würdet und nur ein paar Verwundete in ihren Zelten übrig blieben, würden sie aufstehen und eure Stadt niederbrennen!«11 Die Babylonier waren von Jerusalem abgezogen, weil das ägyptische Heer heranrückte.12 Da wollte Jeremia Jerusalem verlassen und ins Stammesgebiet von Benjamin gehen, um dort mit seinen Verwandten das Familienerbe zu teilen.13 Am Benjamintor hielt ihn der wachhabende Offizier Jirija an, der Sohn von Schelemja und Enkel von Hananja. »Du willst zu den Babyloniern überlaufen«, beschuldigte er ihn.14 »Das ist nicht wahr«, entgegnete Jeremia, »ich bin kein Überläufer!« Aber Jirija glaubte ihm nicht, sondern nahm ihn fest und brachte ihn zu den anderen Offizieren.15 Sie wurden zornig und ließen Jeremia schlagen. Dann führten sie ihn ab zum Haus des Hofsekretärs Jonatan, das sie zum Gefängnis gemacht hatten,16 und sperrten ihn in ein unterirdisches Verlies, eine ehemalige Zisterne. Dort musste er lange bleiben.17 Eines Tages ließ König Zedekia ihn heimlich zu sich in den Palast holen und fragte: »Hast du eine Botschaft vom HERRN für mich?« »Ja«, erwiderte Jeremia, »du wirst dem König von Babylonien in die Hände fallen!«18 Dann fuhr er fort: »Welches Unrecht habe ich dir, deinen Beamten oder dem Volk getan, dass ihr mich ins Gefängnis geworfen habt?19 Wo sind nun eure Propheten geblieben, die euch weissagten, der babylonische König würde euch und euer Land nicht angreifen?20 Und jetzt, mein Herr und König, hör mich an und gewähre mir eine Bitte: Lass mich nicht wieder ins Haus von Jonatan bringen. Dort komme ich um!«21 Da ordnete König Zedekia an, Jeremia in den Wachhof zu verlegen. Er ließ ihm täglich ein Fladenbrot aus der Bäckergasse bringen, bis es in der Stadt kein Brot mehr gab. So blieb Jeremia im Wachhof.

Jeremia 37

La Biblia Textual

von Sociedad Bíblica Iberoamericana
1 En lugar de Conías ben Joacim, reinó como rey Sedequías, hijo de Josías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, constituyó por rey en la tierra de Judá.2 Pero ni él ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra escucharon las palabras que YHVH habló por medio del profeta Jeremías.3 El rey Sedequías envió a Jucal ben Selemías y a Sofonías ben Maasías, el sacerdote, para que dijeran al profeta Jeremías: Te ruego que ores por nosotros a YHVH nuestro Dios.4 En ese entonces Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel.5 Entre tanto, el ejército de Faraón había salido de Egipto, y al llegar la noticia a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalem, se retiraron de Jerusalem.6 Entonces llegó palabra de YHVH al profeta Jeremías, diciendo:7 Así dice YHVH Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultarais: He aquí el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se ha vuelto a su tierra en Egipto.8 Y los caldeos volverán y atacarán esta ciudad, y la tomarán y le prenderán fuego.9 Así dice YHVH: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: ¡Seguramente los caldeos se apartarán de nosotros!, porque no se apartarán.10 Porque aun cuando hirierais a todo el ejército de los caldeos que luchan contra vosotros, y de ellos quedaran solamente hombres heridos, cada uno se levantaría de su tienda y quemarían a fuego esta ciudad.11 Cuando el ejército caldeo se retiró de Jerusalem a causa del ejército de Faraón,12 Jeremías intentó salir de Jerusalem hacia el territorio de Benjamín, para repartirse una herencia con los suyos.13 Pero cuando llegó a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán llamado Irías ben Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: ¡Te pasas a los caldeos!14 Jeremías respondió: ¡Falso, no me paso a los caldeos! Pero él no lo quiso escuchar, y prendiendo a Jeremías, lo llevó ante los príncipes.15 Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y lo azotaron y lo pusieron en prisión en la casa del escriba Jonatán, pues la habían convertido en cárcel.16 Y Jeremías fue puesto en el calabozo de la mazmorra, y allí permaneció muchos días.17 El rey Sedequías lo mandó buscar, y una vez en su casa, le preguntó secretamente: ¿Hay palabra de YHVH? Jeremías respondió: Hay; y añadió: Serás entregado en mano del rey de Babilonia.18 Jeremías dijo además al rey Sedequías: ¿En qué pequé contra ti o contra tus siervos, o contra este pueblo, para que me pusieras en la cárcel?19 ¿Dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: El rey de Babilonia no vendrá contra vosotros, ni contra esta tierra?20 Y ahora, oh rey, señor mío, te ruego me escuches. Acoge mi súplica y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán, no sea que muera allí.21 Entonces el rey Sedequías ordenó que custodiaran a Jeremías en el atrio de la guardia real, y que le dieran una hogaza de pan al día, de la calle de los Panaderos, mientras hubiera pan en la ciudad. Y así se quedó Jeremías en el atrio de la guardia real.