1A la même époque, Juda se sépara de ses frères et alla vivre près d’un habitant d’Adoullam[1] nommé Hira.2Il vit là la fille d’un Cananéen nommé Shoua, il l’épousa et s’unit à elle.3Elle devint enceinte et lui donna un fils: il l’appela Er.4Elle devint encore enceinte et mit au monde un fils qu’elle appela Onân.5Elle eut encore un fils qu’elle appela Shéla. Quand sa femme accoucha du troisième, Juda se trouvait à Kezib.6Juda prit pour Er, son premier-né, une femme nommée Tamar.7Jugeant Er mauvais, l’Eternel le fit mourir.8Alors Juda dit à Onân: Accomplis ton devoir de proche parent du défunt: unis-toi à ta belle-sœur pour donner une descendance à ton frère[2]. (Dt 25:5; Mt 22:23)9Onân savait que les enfants qui naîtraient ne seraient pas pour lui. Chaque fois qu’il avait des rapports avec sa belle-sœur, il laissait tomber sa semence à terre pour éviter de donner une descendance à son frère.10Son comportement déplut à l’Eternel qui le fit aussi mourir.11Alors Juda dit à Tamar, sa belle-fille: Reste veuve dans la maison de ton père jusqu’à ce que mon fils Shéla soit devenu adulte. Car il se disait: Il ne faut pas que celui-ci aussi meure comme ses frères. Tamar retourna donc dans la maison de son père et y resta.12Bien longtemps après cela, la fille de Shoua, femme de Juda, mourut. Quand il fut consolé, Juda monta avec son ami Hira l’Adoullamite à Timna, pour la tonte de ses moutons.13Quelqu’un en informa Tamar en lui disant: Voici, ton beau-père monte à Timna pour la tonte de ses moutons.14Alors elle ôta ses habits de veuve, se couvrit le visage d’un voile et, ainsi déguisée, s’assit au carrefour d’Enaïm, sur la route de Timna; car elle voyait bien que Shéla était devenu adulte sans qu’on le lui ait donné pour mari.15Juda aperçut cette femme et la prit pour une prostituée, car elle avait le visage voilé.16Il s’approcha d’elle au bord du chemin et lui dit: Permets-moi d’aller avec toi! Car il n’avait pas reconnu sa belle-fille. Elle répondit: Que me donneras-tu pour venir avec moi?17– Je te ferai apporter un chevreau du troupeau, lui dit-il. – D’accord, répondit-elle, à condition que tu me donnes un gage jusqu’à ce que tu l’envoies.18– Quel gage veux-tu que je te donne? – Ton cachet, le cordon qui le tient et le bâton que tu as en main. Il les lui remit et s’unit à elle, et elle devint enceinte.19Elle se leva et partit; elle ôta son voile et remit ses habits de veuve.20Juda chargea son ami l’Adoullamite d’apporter le chevreau à cette femme et de retirer les gages qu’il lui avait donnés. Mais celle-ci resta introuvable.21Hira interrogea les hommes de l’endroit: Où est cette prostituée sacrée qui se tenait sur le chemin à Enaïm? Ils lui répondirent: Il n’y a jamais eu de prostituée sacrée à cet endroit.22Il revint dire à Juda: Je ne l’ai pas trouvée, et les gens de là-bas ont même affirmé qu’il n’y a jamais eu de prostituée sacrée à cet endroit.23Alors Juda s’écria: Qu’elle garde ce qu’elle a! Ne nous rendons pas ridicules. Quoi qu’il arrive, moi j’ai envoyé ce chevreau, et toi, tu n’as pas retrouvé cette femme.24Environ trois mois après cela, on vint dire à Juda: Tamar, ta belle-fille, s’est prostituée, et même: la voilà enceinte suite à cela. – Qu’on la fasse sortir, dit-il, et qu’elle soit brûlée vive!25Comme on la jetait dehors, elle envoya un message à son beau-père: C’est de l’homme à qui appartiennent ces objets que je suis enceinte. Reconnais, je te prie, à qui sont ce cachet, ces cordons et ce bâton.26Juda les reconnut et s’écria: Elle est plus juste que moi; elle a fait cela parce que je ne l’ai pas donnée pour femme à mon fils Shéla. Il ne s’unit plus jamais à elle.27Quand vint le moment de la naissance, il s’avéra qu’elle portait des jumeaux.28Pendant l’accouchement l’un d’eux présenta une main; la sage-femme la saisit et y noua un fil rouge en disant: C’est celui-ci qui sort le premier.29Mais il retira sa main, et c’est son frère qui vint au monde. La sage-femme s’écria: Quelle brèche ne t’es-tu pas ouverte! Et on le nomma Pérets[3] (Brèche). (Rt 4:18; Mt 1:3)30Ensuite son frère naquit, celui dont la main portait le fil rouge, et il fut appelé Zérah (Lever de soleil).
1Por esos días, Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir a la casa de un hombre llamado Hirá, residente del pueblo de Adulán.2Allí Judá conoció a una mujer, hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Después de tener relaciones con él,3ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er.4Tiempo después volvió a concebir, y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán.5Pasado el tiempo tuvo otro hijo, al que llamó Selá, el cual nació en Quezib.6Judá consiguió para Er, su hijo mayor, una esposa que se llamaba Tamar.7Pero al SEÑOR no le agradó la conducta del primogénito de Judá, y le quitó la vida.8Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado; así le darás descendencia a tu hermano».9Pero Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia.10Esta conducta ofendió mucho al SEÑOR, así que también a él le quitó la vida.11Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en la casa de tu padre, hasta que mi hijo Selá tenga edad de casarse». Pero en realidad Judá pensaba que Selá podría morirse, lo mismo que sus hermanos. Así que Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.12Después de mucho tiempo, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Al concluir el tiempo de duelo, Judá fue al pueblo de Timnat para esquilar sus ovejas. Lo acompañó su amigo Hirá, el adulanita.13Cuando Tamar se enteró de que su suegro se dirigía hacia Timnat para esquilar sus ovejas,14se quitó el vestido de viuda, se cubrió con un velo para que nadie la reconociera y se sentó a la entrada del pueblo de Enayin, que está en el camino a Timnat. Esto lo hizo porque se dio cuenta de que Selá ya tenía edad de casarse y aún no se lo daban a ella por esposo.15Cuando Judá la vio con el rostro cubierto, la tomó por una prostituta.16No sabiendo que era su nuera, se acercó a la orilla del camino y le dijo: ―Deja que me acueste contigo. ―¿Qué me das si te digo que sí? —le preguntó ella.17―Te mandaré uno de los cabritos de mi rebaño —respondió Judá. ―Está bien —respondió ella—, pero déjame algo en garantía hasta que me lo mandes.18―¿Qué prenda quieres que te deje? —preguntó Judá. ―Dame tu sello y tu cordón, y el bastón que llevas en la mano —respondió Tamar. Judá se los entregó, se acostó con ella y la dejó embarazada.19Cuando ella se levantó, se fue inmediatamente de allí, se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.20Más tarde, Judá envió el cabrito por medio de su amigo adulanita, para recuperar las prendas que había dejado con la mujer; pero su amigo no dio con ella.21Entonces le preguntó a la gente del lugar: ―¿Dónde está la prostituta[1] de Enayin, la que se sentaba junto al camino? ―Aquí nunca ha habido una prostituta así —le contestaron.22El amigo regresó adonde estaba Judá y le dijo: ―No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me informó que allí nunca había estado una prostituta como esa.23―Que se quede con las prendas —replicó Judá—; no es cuestión de que hagamos el ridículo. Pero que quede claro: yo le envié el cabrito, y tú no la encontraste.24Como tres meses después, le informaron a Judá lo siguiente: ―Tu nuera Tamar se ha prostituido, y como resultado de sus andanzas ha quedado embarazada. ―¡Sacadla y quemadla! —exclamó Judá.25Pero, cuando la estaban sacando, ella mandó este mensaje a su suegro: «El dueño de estas prendas fue quien me ha dejado embarazada. A ver si tú reconoces de quién son este sello, el cordón del sello y este bastón».26Judá los reconoció y declaró: «Su conducta es más justa que la mía, pues yo no se la di por esposa a mi hijo Selá». Y no volvió a acostarse con ella.27Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, resultó que tenía mellizos en su seno.28En el momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; la partera le ató un hilo rojo en la mano, y dijo: «Este salió primero».29Pero en ese momento el niño metió la mano, y salió primero el otro. Entonces la partera dijo: «¡Cómo te abriste paso!» Por eso al niño lo llamaron Fares.[2]30Luego salió su hermano, con el hilo rojo atado en la mano, y lo llamaron Zera.[3]