1-5El día primero del mes séptimo todo el pueblo se reunió en la plaza que está frente a la puerta de las Aguas, para pedirle a Esdras, el jefe religioso, que leyera la ley que Dios les había dado por medio de Moisés. El sacerdote Esdras sacó el rollo de las leyes de Moisés. Se paró sobre un estrado de madera hecho especialmente para la ocasión, de modo que todos pudieran verlo mientras leía. Estaba ante la plaza que queda frente a la puerta de las Aguas, y leyó desde que amaneció hasta el mediodía. Todos se pusieron de pie cuando él abrió el rollo. Los que tenían edad para entender, escuchaban con mucha atención. A su derecha estaban de pie Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías, y Maseías. A su izquierda estaban Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán.6Entonces Esdras bendijo al SEÑOR, el gran Dios, y todo el pueblo dijo: «¡Amén!», y levantaron las manos al cielo. Luego se arrodillaron y adoraron al SEÑOR, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.7-8Mientras Esdras leía el rollo, Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías iban por entre el pueblo y explicaban el sentido de los pasajes que se estaban leyendo.9Y todo el pueblo lloraba al oír los mandamientos de la ley. Entonces el sacerdote Esdras, yo, que era el gobernador, y los levitas que enseñaban a la gente, les dijimos: «No lloren ni se entristezcan en un día como este. Hoy es un día dedicado al SEÑOR, nuestro Dios».10Además, Esdras les dijo: «¡Vayan a sus casas a celebrar este día! Preparen buena comida, beban vino dulce y compartan con los que no tienen nada preparado. No, no se entristezcan porque el gozo del SEÑOR es nuestra fortaleza».11Y los levitas también tranquilizaban a la gente, diciéndole: «Cállense; no lloren, porque este es un día de santo gozo y no de tristeza».12Entonces el pueblo se fue a hacer fiesta y a compartir sus comidas y bebidas con sus amigos. Fue ocasión de gran fiesta y gozo, porque podían oír y entender las palabras del libro de la Ley.
La fiesta de las Enramadas
13Al día siguiente, los jefes de los clanes y los sacerdotes y levitas se reunieron con el maestro Esdras, para estudiar la ley con más detalle.14Notaron que el SEÑOR le había dicho a Moisés que todo el pueblo debía vivir en enramadas durante la fiesta que se celebraba en ese mes.15Había dicho, además, que se debían hacer proclamas en todas las ciudades de la tierra, especialmente en la ciudad de Jerusalén, diciendo a la gente que fuera a los montes a buscar ramas de oliva, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas en las que vivirían durante los días de la fiesta.16Así que la gente fue y cortó ramas y las usó para construir enramadas sobre las terrazas de sus casas, en los parques, en el atrio del templo, en la plaza junto a la puerta de las Aguas y en la plaza de la puerta de Efraín.17Se alojaron en las enramadas los siete días que duró la fiesta, y todos estuvieron llenos de gozo (esto no se había hecho así desde los días de Josué).18Esdras les estuvo leyendo el libro de la Ley durante todos los días de la fiesta, y en el octavo día se celebró el servicio solemne de clausura, como lo requería la ley de Moisés.
Nehemia 8
Nueva Versión Internacional (Castellano)
1Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió al maestro Esdras traer el libro de la ley que el SEÑOR le había dado a Israel por medio de Moisés.2Así que el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura,3y la leyó en presencia de ellos desde el alba hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley.4El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de madera construida para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías y Maseías; a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán.5Esdras, a quien la gente podía ver porque él estaba en un lugar más alto, abrió el libro y todo el pueblo se puso de pie.6Entonces Esdras bendijo al SEÑOR, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén y amén!» Luego adoraron al SEÑOR, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.7Los levitas Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías le explicaban la ley al pueblo, que no se movía de su sitio.8Ellos leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura.9Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo les dijeron: «No lloréis ni os pongáis tristes, porque este día ha sido consagrado al SEÑOR vuestro Dios».10Luego Nehemías añadió: «Ya podéis iros. Comed bien, tomad bebidas dulces y compartid vuestra comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes, pues el gozo del SEÑOR es nuestra fortaleza».11También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo. Les decían: «¡Tranquilos! ¡No estéis tristes, que este es un día santo!»12Así que todo el pueblo se fue a comer y beber y compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se les había enseñado.
La fiesta de las Enramadas
13Al día siguiente, los jefes de familia, junto con los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el maestro Esdras para estudiar los términos de la ley.14Y en esta encontraron escrito que el SEÑOR le había mandado a Moisés que durante la fiesta del mes séptimo los israelitas debían habitar en enramadas15y pregonar en todas sus ciudades y en Jerusalén esta orden: «Id a la montaña y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas, conforme a lo que está escrito».16De modo que la gente fue y trajo ramas, y con ellas hizo enramadas en las azoteas, en los patios, en el atrio del templo de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraín.17Toda la asamblea de los que habían regresado del cautiverio hicieron enramadas y habitaron en ellas. Como los israelitas no habían hecho esto desde los días de Josué hijo de Nun, hicieron una gran fiesta.18Todos los días, desde el primero hasta el último, se leyó el libro de la ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días, y en el día octavo hubo una asamblea solemne, según lo ordenado.