Psalm 49 | La Biblia Textual Schlachter 2000

Psalm 49 | La Biblia Textual

Al director del coro. Salmo de los hijos de Coré

1 Oíd esto, pueblos todos, Escuchad, habitantes del mundo, 2 Los de humilde condición, y los encumbrados, Ricos y pobres juntamente: 3 Mi boca hablará sabiduría, Y la meditación de mi corazón, inteligencia. 4 Inclinaré al proverbio mi oído, Propondré con el arpa mi enigma: 5 ¿Por qué he de temer los días aciagos, Cuando me rodee la perversidad de mis opresores, 6 Que confían en las riquezas, Y se glorían en sus fortunas inmensas? 7 Ninguno de ellos podrá en modo alguno redimir al hermano, Ni pagar a ’Elohim su rescate 8 (porque la redención de su alma es de tan alto precio, que no se logrará jamás), 9 Para que viva eternamente, Y jamás vea corrupción. 10 Porque verá que hasta los sabios mueren, Lo mismo que perecen el ignorante y el necio, Y dejan a otros sus riquezas. 11 Su íntima aspiración es que sus casas serán eternas; Sus moradas, de generación en generación, Y a sus tierras han puesto sus nombres. 12 Pero el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias que perecen. 13 Este camino suyo es necedad, Con todo, sus seguidores se complacen en sus dichos. Selah 14 Se han destinado a sí mismos como un rebaño para el Seol, La Muerte los pastorea, Bajan directamente a la tumba, Su figura se desvanece, Y el Seol es su morada. 15 Pero ’Elohim redimirá mi alma del poder del Seol, Porque me llevará consigo. Selah 16 No te perturbes cuando alguno se enriquece, Cuando aumenta la gloria de su casa, 17 Porque nada llevará en su muerte, ni descenderá tras él su gloria. 18 Aunque su propia alma lo bendiga mientras vive, Y sea alabado porque prospera, 19 Se irá a la generación de sus mayores, Y no verá más la luz. 20 El hombre que vive con honores, y no entiende esto, Es semejante a las bestias que perecen.

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Schlachter 2000
1 Dem Vorsänger. Von den Söhnen Korahs. Ein Psalm. 2 Hört dies, ihr Völker alle, horcht doch auf, alle Bewohner der Welt, 3 ihr Menschenkinder und Herrensöhne, alle miteinander, reich und arm! 4 Mein Mund soll Weisheit reden und das Denken meines Herzens verständig sein. 5 Ich will mein Ohr zu einer Gleichnisrede neigen und beim Lautenspiel mein Rätsel eröffnen. 6 Warum sollte ich mich fürchten zur bösen Zeit, wenn mich die Missetat meiner Verfolger umringt? 7 Sie verlassen sich auf ihr Vermögen und prahlen mit ihrem großen Reichtum. 8 Und doch vermag kein Bruder den anderen zu erlösen;* er kann Gott das Lösegeld nicht geben 9 — zu teuer ist die Erlösung ihrer Seelen, er muss davon abstehen auf ewig! —, 10 damit er für immer leben könnte, die Grube nicht sähe. 11 Denn er sieht ja, dass die Weisen sterben; der Tor und der Narr kommen miteinander um und müssen ihr Vermögen andern überlassen. 12 Ihr Trachten ist, dass ihre Häuser ewig bestehen sollen, ihre Wohnungen auf alle Geschlechter hin; sie nennen Ländereien nach ihrem Namen. 13 Aber der Mensch in seiner Pracht bleibt nicht; er gleicht dem Vieh, das umgebracht wird. 14 Dieser ihr Weg ist ihre Torheit, und doch haben ihre Nachkommen Wohlgefallen an ihren Worten. (Sela.) 15 Herdenweise sinken sie ins Totenreich hinab; der Tod weidet sie, und die Redlichen werden am Morgen über sie herrschen. Das Totenreich verzehrt ihre Gestalt fern von ihrer Wohnung. 16 Aber Gott wird meine Seele aus der Gewalt des Totenreichs erlösen; denn er wird mich aufnehmen! (Sela.) 17 Fürchte dich nicht, wenn einer reich wird, wenn die Herrlichkeit seines Hauses groß wird; 18 denn bei seinem Tod nimmt er das alles nicht mit, seine Herrlichkeit fährt ihm nicht nach! 19 Denn er preist sich glücklich, solange er lebt — und man lobt dich, wenn es dir gut geht! —, 20 bis auch er eingehen wird zum Geschlecht seiner Väter, die in Ewigkeit das Licht nicht sehen. 21 Der Mensch, der in [seiner] Pracht lebt und doch ohne Einsicht ist, er gleicht dem Vieh, das umgebracht wird!