Josua 2 | La Biblia Textual Schlachter 2000

Josua 2 | La Biblia Textual

Los dos espías

1 Entretanto, Josué ben Nun había enviado secretamente desde Sitim a dos espías, diciendo: Id y reconoced el país, particularmente a Jericó. Y ellos fueron a casa de cierta mujer ramera cuyo nombre era Rahab, y se acostaron allí. 2 Pero se le dio aviso al rey de Jericó, diciendo: He ahí unos hombres de los hijos de Israel han entrado durante la noche para espiar el país. 3 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: ¡Echa fuera a esos hombres que llegaron a ti y han entrado en tu casa, pues han venido a espiar todo el país! 4 Pero la mujer ya había tomado a los dos hombres y los había ocultado. Ella pues respondió: Verdad es que los hombres vinieron a mí, pero yo no sabía de dónde eran, 5 y al oscurecer, cuando se iba a cerrar la puerta de la ciudad, los hombres salieron. No sé dónde se hayan ido esos hombres. Seguid rápidamente en pos de ellos que los alcanzaréis. 6 Pero ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre unos manojos de lino que tenía acomodados en el terrado. 7 Así pues, aquellos hombres fueron en pos de ellos camino del Jordán, hasta los vados; y tan pronto como los perseguidores hubieron salido, se cerraron las puertas. 8 Y antes que se acostaran, ella subió al terrado y les dijo: 9 Yo se que YHVH os ha dado la tierra, y que el terror vuestro ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes de la tierra desfallecen ante vosotros. 10 Porque hemos oído cómo YHVH hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que hicisteis a los dos reyes del amorreo allende el Jordán: a Sehón y a Og, a quienes destruisteis por completo. 11 Y cuando lo oímos, se nos derritió el corazón, y no ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque YHVH vuestro Dios, Él solo es ’Elohim arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Ahora pues, os ruego que me juréis por YHVH, que como he hecho misericordia con vosotros, así también vosotros haréis misericordia con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una contraseña segura, 13 y haréis que viva mi padre y mi madre, mis hermanos y hermanas, y todo lo suyo, librando nuestras almas de la muerte. 14 A lo cual le dijeron los hombres: Nuestra vida responderá por la vuestra, con tal que no denunciéis este asunto nuestro; y será que cuando YHVH nos entregue esta tierra, mostraremos contigo fidelidad y bondad. 15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana (pues su casa estaba adosada al muro, y ella vivía en el muro), 16 y les dijo: Marchaos al monte, no sea que os alcancen los perseguidores. Os esconderéis allí tres días, hasta que hayan vuelto los perseguidores, y después seguiréis vuestro camino. 17 Y los hombres le dijeron: Sin culpa seremos en lo tocante a este juramento tuyo con que nos has juramentado, 18 a menos que cuando entremos en el país, tú ates este cordón de hilo escarlata a la ventana por donde nos vas a descolgar. Reunirás entonces a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre contigo en tu casa, 19 pues acontecerá que la sangre de todo aquel que salga fuera de las puertas de tu casa, caerá sobre su propia cabeza, y nosotros estaremos sin culpa, pero la sangre de cualquiera que esté contigo en la casa caerá sobre nuestra cabeza, si mano alguna lo toca. 20 Pero si denuncias este asunto nuestro, quedaremos desobligados de este juramento tuyo con que nos has juramentado. 21 A lo cual ella respondió: Sea conforme a vuestras palabras. De esta manera los despidió y se fueron, y ella ató a la ventana el cordón escarlata. 22 Ellos pues caminaron y llegaron al monte, y permanecieron allí tres días, hasta que los perseguidores regresaron, porque quienes los perseguían habían buscado por todo el camino, pero no los habían hallado. 23 Entonces los dos hombres regresaron, y descendiendo del monte, cruzaron al otro lado y llegaron adonde Josué ben Nun, y le relataron todo lo que les habían ocurrido. 24 Y dijeron a Josué: ¡Ciertamente YHVH ha entregado en nuestra mano toda esta tierra, porque todos los habitantes de la tierra desmayan a causa de nosotros!

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Schlachter 2000

Die Kundschafter in Jericho und Rahab

1 Und Josua, der Sohn Nuns, sandte von Sittim heimlich zwei Männer als Kundschafter aus und sprach: Geht hin, seht euch das Land an und [besonders] Jericho! Und sie gingen hin und kamen in das Haus einer Hure namens Rahab und übernachteten dort. 2 Es wurde aber dem König von Jericho berichtet: Siehe, in dieser Nacht sind Männer von den Kindern Israels hierhergekommen, um das Land auszukundschaften! 3 Da sandte der König von Jericho [Boten] zu Rahab und ließ ihr sagen: Gib die Männer heraus, die zu dir gekommen und in dein Haus eingekehrt sind; denn sie sind gekommen, um das ganze Land auszukundschaften! 4 Die Frau aber hatte die beiden Männer genommen und verborgen und sprach nun: Es sind freilich Männer zu mir hereingekommen; aber ich wusste nicht, woher sie waren; 5 und als man die Tore schließen musste bei Einbruch der Dunkelheit, da gingen die Männer hinaus. Ich weiß nicht, wohin die Männer gegangen sind. Jagt ihnen rasch nach, denn ihr werdet sie einholen! 6 Sie aber hatte [die Männer] auf das Dach steigen lassen und sie unter den Flachsstängeln versteckt, die sie für sich auf dem Dach ausgebreitet hatte. 7 Die Leute nun jagten ihnen nach auf dem Weg zum Jordan bis zu den Furten; und man schloss das Tor zu, als die, welche ihnen nachjagten, hinausgegangen waren. 8 Ehe aber die Männer sich schlafen legten, stieg sie zu ihnen auf das Dach hinauf 9 und sprach zu ihnen: Ich weiß, dass der HERR euch das Land gegeben hat; denn es hat uns Furcht vor euch überfallen, und alle Einwohner des Landes sind vor euch verzagt. 10 Denn wir haben gehört, wie der HERR das Wasser des Schilfmeeres vor euch ausgetrocknet hat, als ihr aus Ägypten gezogen seid, und was ihr den beiden Königen der Amoriter, Sihon und Og, jenseits des Jordan, getan habt, an denen ihr den Bann vollstreckt habt. 11 Und als wir dies hörten, da wurde unser Herz verzagt, und es ist kein rechter Mut mehr in irgendjemand vor euch; denn der HERR, euer Gott, ist Gott oben im Himmel und unten auf Erden! 12 Und nun schwört mir doch bei dem HERRN, dass, so wie ich an euch Güte erwiesen habe, auch ihr am Haus meines Vaters Güte erweisen werdet; und gebt mir ein sicheres Zeichen, 13 dass ihr meinen Vater, meine Mutter, meine Brüder und meine Schwestern samt allen ihren Angehörigen am Leben lassen und unsere Seelen vom Tod erretten werdet! 14 Und die Männer sprachen zu ihr: Wir bürgen mit unserem Leben für das eurige, sofern ihr diese unsere Sache nicht verratet! Und es soll geschehen: Wenn der HERR uns dieses Land gibt, so wollen wir an dir Güte und Treue erweisen! 15 Da ließ sie dieselben an einem Seil durch das Fenster hinunter; denn ihr Haus war an der Stadtmauer, und sie wohnte an der Mauer. 16 Und sie sprach zu ihnen: Geht in das Bergland, dass euch eure Verfolger nicht begegnen, und verbergt euch dort drei Tage lang, bis eure Verfolger zurückgekehrt sind; danach geht eures Weges! 17 Und die Männer antworteten ihr: [Unter diesen Bedingungen] werden wir frei sein von deinem Eid, den du uns hast schwören lassen: 18 Siehe, wenn wir in das Land kommen, so sollst du diese Schnur aus karmesinrotem Faden in das Fenster knüpfen, durch das du uns hinabgelassen hast, und deinen Vater, deine Mutter, deine Brüder und das ganze Haus deines Vaters zu dir in das Haus versammeln. 19 Und wer dann zur Tür deines Hauses hinaus auf die Straße geht, dessen Blut sei auf seinem Haupt, wir aber unschuldig; wenn aber Hand gelegt wird an jemand von denen, die bei dir im Haus sind, so soll ihr Blut auf unserem Haupt sein. 20 Und wenn du etwas von dieser unserer Sache verraten wirst, so werden wir frei sein von deinem Eid, den du uns hast schwören lassen. 21 Da sprach sie: Es sei, wie ihr sagt!, und ließ sie gehen. Und sie gingen hin; sie aber knüpfte die karmesinrote Schnur ins Fenster. 22 Und jene gingen in das Bergland und blieben drei Tage lang dort, bis ihre Verfolger zurückgekehrt waren; und die Verfolger hatten sie auf dem ganzen Weg gesucht und doch nicht gefunden. 23 Und die beiden Männer kehrten zurück und stiegen vom Bergland hinunter; und sie setzten über und kamen zu Josua, dem Sohn Nuns, und erzählten ihm alles, was ihnen begegnet war. 24 Und sie sprachen zu Josua: Der HERR hat das ganze Land in unsere Hand gegeben; auch sind alle Einwohner des Landes verzagt vor uns!