Apostelgeschichte 10 | La Biblia Textual Schlachter 2000

Apostelgeschichte 10 | La Biblia Textual

Cornelio

1 En Cesarea, cierto varón de nombre Cornelio, centurión de la cohorte llamada la Italiana, 2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios continuamente, 3 como a la hora novena del día, vio claramente en una visión a un ángel de Dios yendo hacia él, que le decía: ¡Cornelio! 4 Y él, mirándolo fijamente, y aterrorizado, dijo: ¿Qué pasa, Señor? Le dijo: Tus oraciones y tus limosnas subieron por memorial delante de Dios. 5 Envía ahora, pues, unos varones a Jope, y haz venir a un tal Simón, llamado Pedro. 6 Éste posa con cierto Simón curtidor, que tiene una casa junto al mar. 7 Y cuando se fue el ángel que le hablaba, llamando a dos de los criados, y a un soldado devoto de los que lo servían constantemente, 8 luego de explicarles todo, los envió a Jope.

Visión de Pedro

9 Al día siguiente, mientras ellos viajaban y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta; 10 y le vino mucha hambre y quiso comer; y mientras le preparaban, le vino un éxtasis: 11 Observa que el cielo se abre y que desciende un objeto, como un gran lienzo, que es descolgado a la tierra por las cuatro puntas, 12 en el cual había de todos los cuadrúpedos y reptiles de la tierra y aves del cielo. 13 Y vino a él una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Pero Pedro dijo: De ningún modo, Señor; porque ninguna cosa común e inmunda comí jamás. 15 Y la voz le habló de nuevo a él por segunda vez: De ningún modo llames común lo que Dios limpió. 16 Y ocurrió esto una tercera vez; y seguidamente el objeto fue recogido al cielo.

Propósito de la visión

17 Y mientras Pedro estaba perplejo en sí mismo (qué sería la visión que había visto), he aquí los varones enviados por Cornelio, habiendo averiguado por la casa de Simón, aparecieron en la puerta. 18 Y llamando, preguntaban: ¿Posa aquí Simón, al que llaman Pedro? 19 Pensando Pedro en la visión, el Espíritu dijo: He aquí, tres varones te buscan, 20 así que levántate, baja, y ve con ellos sin dudar, porque Yo los he enviado. 21 Bajando entonces Pedro hacia los varones, dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la razón por la que estáis aquí? 22 Y ellos dijeron: Cornelio, centurión, varón justo y temeroso de Dios, y aprobado por toda la nación de los judíos, fue instruido por un santo ángel para hacerte ir a su casa, y oír algunas palabras de tu parte. 23 Entonces invitándolos a entrar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, fue con ellos, junto con algunos de los hermanos de Jope.

En casa de Cornelio

24 Y al día siguiente entró en Cesarea. Y Cornelio había invitado a sus familiares y amigos íntimos, y los estaba esperando. 25 Y cuando Pedro fue a entrar, Cornelio, al encontrarse con él, cayó a sus pies adorándolo. 26 Pero Pedro lo levantó, diciendo: ¡Levántate, que yo mismo soy hombre! 27 Y conversando con él, entró y halló a muchos que se habían reunido, 28 y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío reunirse o asociarse con un extranjero, pero Dios me ha mostrado que no llame común o inmundo a ningún hombre. 29 Por tanto, vine sin vacilación al ser llamado. Así que pregunto: ¿Por qué causa me llamasteis? 30 Y Cornelio dijo: Hace cuatro días estaba orando en mi casa, a esta hora, la novena, y he aquí un varón con vestidura resplandeciente se puso delante de mí, 31 y dijo: Cornelio, tu oración fue oída, y tus limosnas fueron recordadas delante de Dios. 32 Envía, pues, a Jope, e invita a Simón, quien es llamado Pedro; éste posa en casa de Simón, un curtidor, junto al mar. 33 Así que, enseguida envié a ti, y tú hiciste bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí delante de Dios para oír todo lo que el Señor te ha ordenado. 34 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que de toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36 Él envió palabra a los hijos de Israel, proclamando la paz por medio de Jesús el Mesías, quien es Señor de todos. 37 Vosotros sabéis la palabra que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que proclamó Juan, 38 respecto a Jesús de Nazaret: Cómo Dios lo ungió con el Espíritu Santo y poder. Éste anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo, tanto en la región de los judíos como en Jerusalem. A Éste mataron colgándolo en un madero. 40 A Éste levantó Dios al tercer día, y le concedió hacerse visible, 41 no a todo el pueblo, sino a unos testigos designados de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con Él después que resucitó de entre los muertos. 42 Y nos mandó que proclamáramos al pueblo, y declaráramos solemnemente que Éste es el Juez de vivos y muertos designado por Dios. 43 De Éste dan testimonio todos los profetas: Todo el que cree en Él, recibe el perdón de pecados por medio de su nombre. 44 Aún estaba hablando Pedro estas palabras, cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra. 45 Y los fieles de la circuncisión que habían ido con Pedro se asombraron de que también sobre los gentiles había sido derramado el don del Espíritu Santo, 46 porque los oían hablando en lenguas y magnificando a Dios. Entonces Pedro continuó: 47 ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que también han recibido el Espíritu Santo como nosotros? 48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Después de esto, le rogaron que se quedara por algunos días.

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Schlachter 2000

Das Heil für die Heiden – Gott wirkt an Kornelius

1 In Cäsarea lebte aber ein Mann namens Kornelius, ein Hauptmann der Schar, die man »die Italische« nennt; 2 der war fromm und gottesfürchtig mit seinem ganzen Haus und gab dem Volk viele Almosen und betete ohne Unterlass zu Gott. 3 Der sah um die neunte Stunde des Tages in einem Gesicht deutlich einen Engel Gottes zu ihm hereinkommen, der zu ihm sprach: Kornelius! 4 Er aber blickte ihn an, erschrak und sprach: Was ist, Herr? Er sprach zu ihm: Deine Gebete und deine Almosen sind hinaufgekommen vor Gott, sodass er ihrer gedacht hat! 5 Und nun sende Männer nach Joppe und lass Simon holen mit dem Beinamen Petrus. 6 Dieser ist zu Gast bei einem Gerber Simon, dessen Haus am Meer liegt; der wird dir sagen, was du tun sollst! 7 Als nun der Engel, der mit Kornelius redete, hinweggegangen war, rief er zwei seiner Hausknechte und einen gottesfürchtigen Kriegsknecht von denen, die stets um ihn waren, 8 und erzählte ihnen alles und sandte sie nach Joppe.

Das Heil für die Heiden – Gott redet zu Petrus

9 Am folgenden Tag aber, als jene auf dem Weg waren und sich der Stadt näherten, stieg Petrus auf das Dach, um zu beten, etwa um die sechste Stunde. 10 Da wurde er sehr hungrig und wollte essen. Während man aber etwas zubereitete, kam eine Verzückung über ihn. 11 Und er sah den Himmel geöffnet und ein Gefäß zu ihm herabkommen, wie ein großes, leinenes Tuch, das an vier Enden gebunden war und auf die Erde niedergelassen wurde; 12 darin waren all die vierfüßigen Tiere der Erde und die Raubtiere und die kriechenden Tiere und die Vögel des Himmels. 13 Und eine Stimme sprach zu ihm: Steh auf, Petrus, schlachte und iss! 14 Petrus aber sprach: Keineswegs, Herr! denn ich habe noch nie etwas Gemeines oder Unreines* gegessen! 15 Und eine Stimme [sprach] wiederum, zum zweiten Mal, zu ihm: Was Gott gereinigt hat, das halte du nicht für gemein! 16 Dies geschah dreimal, und dann wurde das Gefäß wieder in den Himmel hinaufgezogen. 17 Als aber Petrus bei sich selbst ganz ungewiss war, was das Gesicht bedeuten solle, das er gesehen hatte, siehe, da standen die von Kornelius abgesandten Männer, die das Haus Simons erfragt hatten, am Toreingang; 18 und sie riefen und erkundigten sich, ob Simon mit dem Beinamen Petrus hier zu Gast sei. 19 Während nun Petrus über das Gesicht nachdachte, sprach der Geist zu ihm: Siehe, drei Männer suchen dich! 20 Darum steh auf, steige hinab und ziehe ohne Bedenken mit ihnen, denn ich habe sie gesandt! 21 Da ging Petrus zu den Männern hinab, die von Kornelius zu ihm gesandt worden waren, und sprach: Siehe, ich bin der, den ihr sucht. Was ist der Grund für euer Kommen? 22 Sie aber sprachen: Kornelius, der Hauptmann, ein gerechter und gottesfürchtiger Mann, der ein gutes Zeugnis hat bei dem ganzen Volk der Juden, hat von einem heiligen Engel die Weisung erhalten, dich in sein Haus holen zu lassen, um Worte von dir zu hören. 23 Da rief er sie herein und beherbergte sie. Am folgenden Tag aber zog Petrus mit ihnen, und etliche Brüder von Joppe gingen mit ihm.

Die Bekehrung des Kornelius

24 Und am anderen Tag kamen sie nach Cäsarea. Kornelius aber wartete auf sie und hatte seine Verwandten und seine vertrauten Freunde zusammengerufen. 25 Als nun Petrus gerade hineinkam, ging ihm Kornelius entgegen und fiel ihm zu Füßen und huldigte ihm. 26 Petrus aber richtete ihn auf und sprach: Steh auf; auch ich bin ein Mensch! 27 Und während er sich mit ihm unterredete, ging er hinein und fand viele versammelt. 28 Und er sprach zu ihnen: Ihr wisst, dass es einem jüdischen Mann nicht erlaubt ist, mit einem Angehörigen eines anderen Volkes zu verkehren oder sich ihm zu nahen; doch mir hat Gott gezeigt, dass ich keinen Menschen gemein oder unrein nennen soll. 29 Darum bin ich auch ohne Widerrede gekommen, als ich hergerufen wurde. Und nun frage ich: Aus welchem Grund habt ihr mich gerufen? 30 Und Kornelius sprach: Vor vier Tagen fastete ich bis zu dieser Stunde, und ich betete um die neunte Stunde in meinem Haus. Und siehe, da stand ein Mann in glänzender Kleidung vor mir 31 und sprach: Kornelius, dein Gebet ist erhört, und deiner Almosen ist vor Gott gedacht worden! 32 Darum sende nach Joppe und lass Simon mit dem Beinamen Petrus holen; dieser ist zu Gast im Haus Simons, eines Gerbers, am Meer; der wird zu dir reden, wenn er kommt. 33 Da sandte ich auf der Stelle zu dir, und du hast wohl daran getan zu kommen. So sind wir nun alle gegenwärtig vor dem Angesicht Gottes, um alles zu hören, was dir von Gott aufgetragen ist! 34 Da tat Petrus den Mund auf und sprach: Nun erfahre ich in Wahrheit, dass Gott die Person nicht ansieht, 35 sondern dass in jedem Volk derjenige ihm angenehm ist, der ihn fürchtet und Gerechtigkeit übt! 36 Das Wort, das er den Kindern Israels gesandt hat, indem er Frieden verkünden ließ durch Jesus Christus — welcher Herr über alle ist —, 37 ihr kennt es; das Zeugnis, das sich durch ganz Judäa verbreitet hat und in Galiläa anfing nach der Taufe, die Johannes verkündigte: 38 wie Gott Jesus von Nazareth mit Heiligem Geist und Kraft gesalbt hat, und wie dieser umherzog und Gutes tat und alle heilte, die vom Teufel überwältigt waren; denn Gott war mit ihm. 39 Und wir sind Zeugen alles dessen, was er im Land der Juden und in Jerusalem getan hat. Ihn haben sie getötet, indem sie ihn ans Holz* hängten. 40 Diesen hat Gott auferweckt am dritten Tag und hat ihn offenbar werden lassen, 41 nicht dem ganzen Volk, sondern uns, den von Gott vorher erwählten Zeugen, die wir mit ihm gegessen und getrunken haben nach seiner Auferstehung aus den Toten. 42 Und er hat uns geboten, dem Volk zu verkündigen und zu bezeugen, dass Er der von Gott bestimmte Richter der Lebendigen und der Toten ist. 43 Von diesem legen alle Propheten Zeugnis ab, dass jeder, der an ihn glaubt, durch seinen Namen Vergebung der Sünden empfängt. 44 Während Petrus noch diese Worte redete, fiel der Heilige Geist auf alle, die das Wort hörten. 45 Und alle Gläubigen aus der Beschneidung*, die mit Petrus gekommen waren, gerieten außer sich vor Staunen, dass die Gabe des Heiligen Geistes auch über die Heiden ausgegossen wurde. 46 Denn sie hörten sie in Sprachen reden und Gott hochpreisen. Da ergriff Petrus das Wort: 47 Kann auch jemand diesen das Wasser verwehren, dass sie nicht getauft werden sollten, die den Heiligen Geist empfangen haben gleichwie wir? 48 Und er befahl, dass sie getauft würden im Namen des Herrn. Da baten sie ihn, etliche Tage zu bleiben.