1Die Hungersnot in Kanaan wurde immer drückender.2Bald war das Getreide aufgebraucht, das sie aus Ägypten mitgebracht hatten. »Geht wieder nach Ägypten und kauft etwas!«, bat Jakob seine Söhne.3Juda erwiderte: »Der Mann hat uns ausdrücklich gesagt: ›Lasst euch nicht mehr hier blicken, außer ihr bringt euren Bruder mit!‹ Wir können also nur gehen und Getreide kaufen, wenn du Benjamin mit uns kommen lässt! Sonst hat unsere Reise keinen Sinn.«6»Warum habt ihr dem Mann überhaupt erzählt, dass ihr noch einen Bruder habt? Musstet ihr mir das antun?«, fragte Jakob.7»Der Mann hat sich genau nach unserer Familie erkundigt«, entgegneten sie. »Er wollte wissen, ob unser Vater noch lebt und ob wir noch einen Bruder haben. Konnten wir denn ahnen, dass er sagen würde: ›Bringt euren Bruder mit‹?«8Juda schlug vor: »Vertrau mir den Jungen an! Dann können wir losziehen, und keiner von uns muss verhungern.9Ich übernehme für ihn die volle Verantwortung. Wenn ich ihn dir nicht gesund zurückbringe, will ich mein Leben lang die Schuld dafür tragen!10Wir könnten schon zweimal wieder hier sein, wenn wir nicht so lange gezögert hätten!«11Da gab Jakob nach: »Wenn es sein muss, dann nehmt Benjamin mit. Bringt dem Mann etwas von den besten Erzeugnissen unseres Landes: kostbare Harze*, außerdem Honig, Pistazien und Mandeln.12Nehmt doppelt so viel Geld mit, wie ihr braucht, und gebt den Betrag zurück, der oben in euren Säcken lag. Vielleicht war es ja nur ein Versehen.13Macht euch mit Benjamin auf den Weg.14Ich bete zum allmächtigen Gott, dass der ägyptische Herrscher Mitleid mit euch hat und Simeon und Benjamin freigibt. Und wenn ich meine Kinder verliere, dann muss es wohl so sein!«15Die Brüder nahmen die Geschenke und den doppelten Geldbetrag und zogen mit Benjamin nach Ägypten. Dort meldeten sie sich bei Josef.16Als Josef sah, dass Benjamin dabei war, sagte er zu seinem Hausverwalter: »Diese Männer werden heute Mittag mit mir essen. Führe sie in meinen Palast, schlachte ein Tier und bereite ein gutes Essen vor!«17Als der Verwalter die Brüder aufforderte, ihm in Josefs Palast zu folgen,18erschraken sie. »Sicher werden wir dort hineingeführt, weil das Geld in unseren Säcken war!«, dachten sie. »Jetzt werden sie uns überwältigen, die Esel wegnehmen und uns zu Sklaven machen!«19Am Eingang zum Palast sagten sie zu dem Verwalter:20»Bitte, Herr, wir waren schon einmal hier, um Getreide zu kaufen.21Auf dem Rückweg übernachteten wir in einer Herberge. Als wir dort unsere Getreidesäcke öffneten, lag in jedem das Geld, mit dem wir bezahlt hatten. Jetzt haben wir es wieder mitgebracht,22zusammen mit neuem Geld, um noch einmal Getreide zu kaufen. Wir können wirklich nicht sagen, wer das Geld in unsere Säcke getan hat!«23»Macht euch keine Sorgen, es ist alles in Ordnung«, beruhigte sie der Hausverwalter. »Euer Gott muss es heimlich hineingelegt haben, denn ich habe euer Geld bekommen!« Dann brachte er Simeon zu ihnen24und führte sie in den Palast. Dort gab er ihnen Wasser, damit sie sich die Füße waschen konnten, und fütterte ihre Esel.25Sie nutzten die Zeit, um ihre Geschenke für Josef zurechtzulegen; inzwischen hatten sie nämlich erfahren, dass sie mit ihm zu Mittag essen würden.26Als Josef eintrat, überreichten sie ihm die Geschenke und warfen sich vor ihm nieder.27Er erkundigte sich, wie es ihnen ging. »Was macht euer alter Vater, von dem ihr mir erzählt habt?«, fragte er. »Lebt er noch?«28»Ja, Herr«, antworteten sie, »und es geht ihm gut.« Dann warfen sie sich erneut vor ihm nieder.29Josef sah seinen Bruder Benjamin an, den Sohn seiner eigenen Mutter, und fragte: »Das ist also euer jüngster Bruder, von dem ihr mir erzählt habt? Gott segne dich!«30Der Anblick Benjamins bewegte ihn so sehr, dass ihm die Tränen kamen. Er lief hinaus und weinte in seinem Zimmer.31Dann wusch er sein Gesicht und ging wieder zurück. Mühsam beherrschte er sich und befahl seinen Dienern, das Essen aufzutragen.32Josef hatte einen eigenen Tisch, die Brüder aßen an einem anderen, und an einem dritten saßen die Ägypter, die mit dabei waren. Ihre Religion verbot es den Ägyptern nämlich, mit den Hebräern an einem Tisch zu essen, weil sie dadurch unrein würden.33Josefs Brüder saßen ihm gegenüber. Jeder hatte seinen Platz zugewiesen bekommen, und zwar genau nach der Reihenfolge ihres Alters. Sie blickten sich erstaunt an.34Als Zeichen der besonderen Ehre ließ Josef ihnen von den Gerichten auftragen, die auf seinem Tisch standen. Benjamin bekam einen sehr großen Anteil – fünfmal so viel wie seine Brüder! Dazu tranken sie Wein. Es war eine fröhliche Feier.
La Biblia Textual
El segundo viaje
1Pero la hambruna era grave en aquella tierra.2Y ocurrió que, cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: Volved y compradnos un poco de alimento.3Y Judá le respondió, diciendo: Aquel hombre nos advirtió seriamente, diciendo: No veréis mi rostro a menos que vuestro hermano venga con vosotros.4Si envías a nuestro hermano con nosotros, bajaremos y te compraremos alimento,5pero si no lo envías, no bajaremos, porque aquel hombre nos dijo: No veréis mi rostro, a menos que vuestro hermano esté con vosotros.6Y dijo Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal declarando a ese hombre que teníais otro hermano?7Y ellos dijeron: Aquel hombre nos preguntó expresamente acerca de nosotros y de nuestra parentela, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas preguntas. ¿Acaso sabíamos nosotros que él diría: Haced bajar a vuestro hermano?8Judá dijo a Israel su padre: Envía al muchacho conmigo, así nos levantaremos e iremos para que vivamos y no muramos también nosotros, también tú, y también nuestros pequeños.9Yo salgo fiador por él, a mí mismo me pedirás cuentas de él. Si no te lo devuelvo y te lo pongo delante, seré culpable ante ti todos los días.10Si no nos hubiéramos demorado, ciertamente ya habríamos vuelto dos veces.11Respondió su padre Israel: Si tiene que ser así, hacedlo. Tomad de lo mejor de la tierra en vuestras bolsas y llevad obsequios a aquel hombre, un poco de bálsamo, y un poco de miel, especias y mirra, nueces y almendras.12Tomad en vuestras manos el doble de la plata, y llevad en vuestra mano la plata devuelta en las bocas de vuestros costales, pues quizá fue un error.13Tomad a vuestro hermano, levantaos y volved ante aquel hombre.14Y que ’El-Shadday os conceda gran misericordia ante aquel hombre, y os suelte a vuestro otro hermano, y a Benjamín. Y si he de quedar privado de hijos, ¡privado de hijos quede!15Los hombres entonces, tomando los obsequios, el doble de plata en su mano, y a Benjamín, se levantaron y bajaron a Egipto para presentarse ante José.16Cuando José vio con ellos a Benjamín, dijo al que estaba a cargo de su casa: Haz entrar a esos varones en la casa, degüella un animal y prepáralo, porque estos varones comerán conmigo a mediodía.17El hombre hizo como José había dicho, y los hizo entrar en casa de José.18Los hombres tuvieron temor cuando se vieron conducidos a casa de José, pues decían: Por el asunto de la plata que fue devuelta en nuestros costales la vez primera somos traídos acá, para atacarnos y abalanzarse sobre nosotros y tomarnos como esclavos a nosotros y a nuestros asnos.19Entonces se acercaron al hombre que estaba a cargo de la casa de José, y le hablaron a la puerta de la casa,20y dijeron: ¡Ay, señor mío! Nosotros ciertamente bajamos al comienzo a comprar alimento,21pero sucedió que cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros costales, he aquí la plata de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestra plata en su justo peso. Por eso la hemos vuelto traer en nuestras manos.22Y hemos tomado otra plata en nuestras manos para comprar alimento, no sabemos quién puso nuestra plata en nuestros costales.23Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio un tesoro escondido en vuestros costales, vuestra plata llegó a mí. Y les sacó a Simeón.24Entonces el hombre hizo entrar a aquellos varones en casa de José, y les dio agua y lavaron sus pies, y dio forraje a sus asnos.25Y ellos prepararon el presente para la llegada de José al mediodía, pues oyeron que allí habrían de comer los alimentos.26Cuando José llegó a la casa, ellos le presentaron dentro de la casa los regalos que tenían en sus manos, y se postraron a tierra ante él.27Entonces les preguntó cómo estaban, y dijo: ¿Está bien vuestro padre, el anciano del cual hablasteis? ¿Vive aún?28Y ellos dijeron: Tu siervo, nuestro padre, está bien, aún vive. E hicieron reverencia y se postraron.29Y él alzó sus ojos y vio a su hermano Benjamín, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me dijisteis? Y añadió: ’Elohim te haga misericordia, hijo mío.30Y José se apresuró a salir, porque sus entrañas estaban conmovidas por causa de su hermano, y buscó dónde llorar, y entró en la recámara, y allí lloró.31Después se lavó el rostro y salió, y refrenándose, ordenó: ¡Poned alimentos!32Pero lo pusieron separadamente, para ellos aparte, y por separado para los egipcios que comían con él, pues los egipcios no podían comer alimentos con los hebreos, porque era abominación para los egipcios.33Y ellos se sentaron ante él, el primogénito conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad. Y aquellos varones estaban atónitos, mirándose el uno al otro.34Luego él tomó porciones de delante de sí para ellos, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que las porciones de todos ellos. Y bebieron, y se embriagaron con él.
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