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Nueva Versión Internacional (Castellano) (265 Treffer)
1Mo 30,24 Por eso lo llamó José, y dijo: «Quiera el SEÑOR darme otro hijo». 1Mo 30,25 Jacob se enriquece Después de que Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán: ―Déjame regresar a mi hogar y a mi propia tierra. 1Mo 33,2 Al frente de todos colocó a las criadas con sus hijos, luego a Lea con sus hijos, y por último a Raquel con José. 1Mo 33,7 Luego, Lea y sus hijos hicieron lo mismo y, por último, también se inclinaron José y Raquel. 1Mo 35,24 Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín. 1Mo 37,2 Esta es la historia de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que tenían estos hermanos suyos. 1Mo 37,3 Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica muy elegante.* 1Mo 37,4 Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban. 1Mo 37,5 Cierto día José tuvo un sueño y, cuando se lo contó a sus hermanos, estos le tuvieron más odio todavía, 1Mo 37,9 Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: ―Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias. 1Mo 37,12 José es vendido por sus hermanos En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén para apacentar las ovejas de su padre. 1Mo 37,13 Israel le dijo a José: ―Tus hermanos están en Siquén apacentando las ovejas. Quiero que vayas a verlos. ―Está bien —contestó José. 1Mo 37,14 Israel continuó: ―Vete a ver si tus hermanos y el rebaño están bien, y tráeme noticias frescas. Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquén, 1Mo 37,16 ―Ando buscando a mis hermanos —contestó José—. ¿Podrías tú indicarme dónde están apacentando el rebaño? 1Mo 37,17 ―Ya se han marchado de aquí —le informó el hombre—. Les oí decir que se dirigían a Dotán. José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró cerca de Dotán. 1Mo 37,22 No derraméis sangre. Arrojadlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongáis la mano encima. Rubén dijo esto porque su intención era rescatar a José y devolverlo a su padre. 1Mo 37,23 Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica muy elegante, 1Mo 37,28 así que, cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto. 1Mo 37,29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras en señal de duelo. 1Mo 37,31 En seguida los hermanos tomaron la túnica especial de José, degollaron un cabrito, y con la sangre empaparon la túnica. 1Mo 37,35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban calmarlo, pero él no se dejaba consolar, sino que decía: «No. Guardaré luto hasta que descienda al sepulcro para reunirme con mi hijo». Así Jacob siguió llorando la muerte de José. 1Mo 39,1 José y la esposa de Potifar Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allí lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia. 1Mo 39,2 Ahora bien, el SEÑOR estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, 1Mo 39,3 este se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con José y lo hacía prosperar en todo. 1Mo 39,4 José se ganó la confianza de Potifar, y este lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. 1Mo 39,5 Por causa de José, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del SEÑOR se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. 1Mo 39,6 Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan solo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo. 1Mo 39,8 Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó: ―Mira, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. 1Mo 39,10 Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo. 1Mo 39,11 Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. 1Mo 39,12 Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!» Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa. 1Mo 39,16 La mujer guardó el manto de José hasta que su marido volvió a su casa. 1Mo 39,19 Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció 1Mo 39,20 y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel 1Mo 39,22 el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. 1Mo 39,23 Como el SEÑOR estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos. 1Mo 40,3 así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José. 1Mo 40,4 Allí, el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios. Después de haber estado algún tiempo en la cárcel, 1Mo 40,6 A la mañana siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados, 1Mo 40,8 ―Los dos tuvimos un sueño —respondieron—, y no hay nadie que nos lo interprete. ―¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? —preguntó José—. ¿Por qué no me contáis lo que soñasteis? 1Mo 40,9 Entonces el jefe de los coperos le contó a José el sueño que había tenido: ―Soñé que frente a mí había una vid, 1Mo 40,12 Entonces José le dijo: ―Esta es la interpretación de tu sueño: Las tres ramas son tres días. 1Mo 40,16 Al ver que la interpretación había sido favorable, el jefe de los panaderos le dijo a José: ―Yo también tuve un sueño. En ese sueño, llevaba yo tres canastas de pan* sobre la cabeza. 1Mo 40,18 José le respondió: ―Esta es la interpretación de tu sueño: Las tres canastas son tres días. 1Mo 40,22 Pero, tal como había predicho José, al jefe de los panaderos mandó que lo ahorcaran. 1Mo 40,23 Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo. 1Mo 41,14 El faraón mandó llamar a José, y en seguida lo sacaron de la cárcel. Después de afeitarse y cambiarse de ropa, José se presentó ante el faraón, 1Mo 41,16 ―No soy yo quien puede hacerlo —respondió José—, sino que es Dios quien le dará al faraón una respuesta favorable. 1Mo 41,17 El faraón le contó a José lo siguiente: ―En mi sueño, estaba yo de pie a orillas del río Nilo. 1Mo 41,25 José le explicó al faraón: ―En realidad, los dos sueños del faraón son uno solo. Dios le ha anunciado lo que él va a hacer. 1Mo 41,39 Luego le dijo a José: ―Puesto que Dios te ha revelado todo esto, no hay nadie más competente y sabio que tú. 1Mo 41,41 José, gobernador de Egipto Así que el faraón le informó a José: ―Mira, yo te pongo a cargo de todo el territorio de Egipto. 1Mo 41,42 De inmediato, el faraón se quitó el anillo oficial y se lo puso a José. Hizo que lo vistieran con ropas de lino fino y que le pusieran un collar de oro en el cuello. 1Mo 41,43 Después lo invitó a subirse al carro reservado para el segundo en autoridad, y ordenó que gritaran: «¡Inclinaos!» Fue así como el faraón puso a José al frente de todo el territorio de Egipto. 1Mo 41,45 Y le cambió el nombre a José, y lo llamó Zafenat Panea; además, le dio por esposa a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On.* De este modo quedó José a cargo de Egipto. 1Mo 41,46 Tenía treinta años cuando comenzó a trabajar al servicio del faraón, rey de Egipto. Tan pronto como se retiró José de la presencia del faraón, se dedicó a recorrer todo el territorio de Egipto. 1Mo 41,48 así que José fue recogiendo todo el alimento que se produjo en Egipto durante esos siete años, y lo almacenó en las ciudades. 1Mo 41,50 Antes de comenzar el primer año de hambre, José tuvo dos hijos con su esposa Asenat, la hija de Potifera, sacerdote de On. 1Mo 41,54 y, tal como José lo había anunciado, comenzaron los siete años de hambre, la cual se extendió por todos los países. Pero a lo largo y a lo ancho del territorio de Egipto había alimento. 1Mo 41,55 Cuando también en Egipto comenzó a sentirse el hambre, el pueblo clamó al faraón pidiéndole comida. Entonces el faraón le dijo a todo el pueblo de Egipto: «Id a ver a José, y haced lo que él os diga». 1Mo 41,56 Cuando ya el hambre se había extendido por todo el territorio, y había arreciado, José abrió los graneros para vender alimento a los egipcios. 1Mo 41,57 Además, de todos los países llegaban a Egipto para comprarle alimento a José, porque el hambre cundía ya por todo el mundo. 1Mo 42,3 Diez de los hermanos de José fueron a Egipto a comprar alimento. 1Mo 42,4 Pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José, se fuera con ellos, porque pensó que podría sucederle alguna desgracia. 1Mo 42,6 José era el gobernador del país, y el que vendía trigo a todo el mundo. Cuando sus hermanos llegaron ante él, se postraron rostro en tierra. 1Mo 42,7 En cuanto José vio a sus hermanos, los reconoció; pero, fingiendo no conocerlos, les habló con rudeza: ―¡Y vosotros!, ¿de dónde venís? ―Venimos de Canaán, para comprar alimento —contestaron. 1Mo 42,8 Aunque José los había reconocido, sus hermanos no lo reconocieron a él. 1Mo 42,9 En ese momento se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: ―¡De seguro vosotros sois espías, y habéis venido para investigar las zonas desprotegidas del país! 1Mo 42,12 ―¡No es verdad! —insistió José—. Vosotros habéis venido para investigar las zonas desprotegidas del país. 1Mo 42,14 Pero José los increpó una vez más: ―Es tal como os he dicho. ¡Vosotros sois espías! 1Mo 42,17 José los encerró en la cárcel durante tres días. 1Mo 42,23 Como José les hablaba por medio de un intérprete, ellos no sabían que él entendía todo lo que estaban diciendo. 1Mo 42,24 José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego, cuando se controló y pudo hablarles, apartó a Simeón y ordenó que lo ataran en presencia de ellos. 1Mo 42,25 José dio también la orden de que llenaran de alimentos sus costales, que repusieran en cada una de sus bolsas el dinero que habían pagado, y que les dieran provisiones para el viaje. Y así se hizo. 1Mo 42,36 Entonces Jacob, su padre, les dijo: ―¡Vosotros me vais a dejar sin hijos! José ya no está con nosotros, Simeón tampoco está aquí, ¡y ahora os queréis llevar a Benjamín! ¡Todo esto me perjudica! 1Mo 42,38 ―¡Mi hijo no se irá con vosotros! —replicó Jacob—. Su hermano José ya está muerto, y ahora solo él me queda. Si le llega a pasar una desgracia en el viaje que vais a emprender, vosotros tendréis la culpa de que este pobre viejo se muera de tristeza. 1Mo 43,15 Ellos tomaron los regalos, el doble del dinero, y a Benjamín, y emprendieron el viaje a Egipto. Allí se presentaron ante José. 1Mo 43,17 El mayordomo cumplió la orden y los llevó a la casa de José. 1Mo 43,18 Al ver ellos que los llevaban a la casa de José, se asustaron mucho y se dijeron: «Nos llevan por causa del dinero que se puso en nuestras bolsas la vez pasada. Ahora nos atacarán, nos acusarán, y hasta nos harán sus esclavos, con nuestros animales y todo». 1Mo 43,19 Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y antes de entrar le dijeron: 1Mo 43,24 y a todos los hizo pasar a la casa de José. Allí les dio agua para que se lavaran los pies, y les dio de comer a sus asnos. 1Mo 43,25 Ellos, por su parte, prepararon los regalos, mientras esperaban que José llegara al mediodía, pues habían oído que comerían allí. 1Mo 43,26 Cuando José entró en su casa, le entregaron los regalos que le habían llevado y, rostro en tierra, se postraron ante él. 1Mo 43,27 José les preguntó cómo estaban, y añadió: ―¿Cómo está vuestro padre, el anciano del cual me hablasteis? ¿Vive todavía? 1Mo 43,29 José miró a su alrededor y, al ver a Benjamín, su hermano de padre y madre, les preguntó: ―¿Es este vuestro hermano menor, del cual me habíais hablado? ¡Que Dios te guarde, hijo mío! 1Mo 43,30 Conmovido por la presencia de su hermano, y no pudiendo contener el llanto, José salió de prisa. Entró en su habitación, y allí se echó a llorar desconsoladamente. 1Mo 43,32 A José le sirvieron en un sector, a los hermanos en otro, y en otro más a los egipcios que comían con José. Los egipcios no comían con los hebreos porque, para los habitantes de Egipto, era una abominación. 1Mo 43,33 Los hermanos de José estaban sentados frente a él, de mayor a menor, y unos a otros se miraban con asombro. 1Mo 43,34 Las porciones les eran servidas desde la mesa de José, pero a Benjamín se le servían porciones mucho más grandes que a los demás. En compañía de José, todos bebieron y se alegraron. 1Mo 44,1 La copa de José Más tarde, José ordenó al mayordomo de su casa: «Llena con todo el alimento que les quepa los costales de estos hombres, y pon en sus bolsas el dinero de cada uno de ellos. 1Mo 44,2 Luego mete mi copa de plata en la bolsa del hermano menor, junto con el dinero que pagó por el alimento». Y el mayordomo hizo todo lo que José le ordenó. 1Mo 44,3 A la mañana siguiente, muy temprano, los hermanos de José fueron enviados de vuelta, junto con sus asnos. 1Mo 44,4 Todavía no estaban muy lejos de la ciudad cuando José le dijo al mayordomo de su casa: «¡Anda! ¡Persigue a esos hombres! Cuando los alcances, diles: “¿Por qué me habéis pagado mal por bien? 1Mo 44,13 Al ver esto, los hermanos de José se rasgaron las vestiduras en señal de duelo y, después de cargar sus asnos, volvieron a la ciudad. 1Mo 44,14 Todavía estaba José en su casa cuando llegaron Judá y sus hermanos. Entonces se postraron rostro en tierra, 1Mo 44,15 y José les dijo: ―¿Qué manera de portarse es esta? ¿Acaso no sabéis que un hombre como yo puede adivinar? 1Mo 44,17 ―¡Jamás podría yo actuar de ese modo! —respondió José—. Solo será mi esclavo el que tenía la copa en su poder. En cuanto a vosotros, regresad tranquilos a la casa de vuestro padre. 1Mo 44,18 Entonces Judá se acercó a José para decirle: ―Mi señor, no te enojes conmigo, pero te ruego que me permitas hablarte en privado. Para mí, tú eres tan importante como el faraón. 1Mo 45,1 José se da a conocer José ya no pudo controlarse delante de sus servidores, así que ordenó: «¡Que salgan todos de mi presencia!» Y ninguno de ellos quedó con él. Cuando se dio a conocer a sus hermanos, 1Mo 45,3 ―Yo soy José —les declaró a sus hermanos—. ¿Vive todavía mi padre? Pero ellos estaban tan pasmados que no atinaban a contestarle.
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