2.Mose 4 | Einheitsübersetzung 2016 Nueva Versión Internacional (Castellano)

2.Mose 4 | Einheitsübersetzung 2016
1 Mose antwortete: Was aber, wenn sie mir nicht glauben und nicht auf mich hören, sondern sagen: Der HERR ist dir nicht erschienen? 2 Der HERR entgegnete ihm: Was hast du da in der Hand? Er antwortete: einen Stab. 3 Da sagte er: Wirf ihn auf die Erde! Er warf ihn auf die Erde. Da wurde er zu einer Schlange und Mose wich vor ihr zurück. 4 Der HERR aber sprach zu Mose: Streck deine Hand aus und fasse sie am Schwanz! Er streckte seine Hand aus und packte sie. Da wurde sie in seiner Hand wieder zu einem Stab. 5 So sollen sie glauben, dass dir der HERR erschienen ist, der Gott ihrer Väter, der Gott Abrahams, der Gott Isaaks und der Gott Jakobs. 6 Weiter sprach der HERR zu ihm: Leg deine Hand in deinen Gewandbausch! Er legte seine Hand hinein. Als er sie herauszog, war seine Hand von Aussatz weiß wie Schnee. 7 Darauf sagte er: Leg deine Hand noch einmal in deinen Gewandbausch! Er legte seine Hand noch einmal hinein. Als er sie wieder herauszog, siehe, da war sie wieder unversehrt. 8 Wenn sie dir nicht glauben und sich durch das erste Zeichen nicht überzeugen lassen, werden sie auf das zweite Zeichen hin glauben. 9 Glauben sie aber selbst nach diesen beiden Zeichen nicht und hören nicht auf dich, dann nimm etwas Nilwasser und schütt es auf trockenen Boden! Das Wasser, das du aus dem Nil geholt hast, wird auf dem Boden zu Blut werden. 10 Doch Mose sagte zum HERRN: Aber bitte, Herr, ich bin keiner, der gut reden kann, weder gestern noch vorgestern, noch seitdem du mit deinem Knecht sprichst. Mein Mund und meine Zunge sind nämlich schwerfällig. 11 Der HERR entgegnete ihm: Wer hat dem Menschen den Mund gegeben und wer macht taub oder stumm, sehend oder blind? Doch wohl ich, der HERR! 12 Geh also! Ich bin mit deinem Mund und weise dich an, was du reden sollst. 13 Doch Mose antwortete: Aber bitte, Herr, sende doch, wen du senden willst! 14 Da entbrannte der Zorn des HERRN über Mose und er sprach: Hast du nicht noch einen Bruder, den Leviten Aaron? Ich weiß, er kann reden; außerdem bricht er gerade auf und wird dir begegnen. Wenn er dich sieht, wird er sich von Herzen freuen. 15 Sprich mit ihm und leg ihm die Worte in den Mund! Ich aber werde mit deinem und seinem Mund sein, ich werde euch anweisen, was ihr tun sollt, 16 und er wird für dich zum Volk reden. Er wird für dich der Mund sein und du wirst für ihn Gott sein. 17 Diesen Stab nimm in deine Hand! Mit ihm wirst du die Zeichen vollbringen.

Moses Rückkehr nach Ägypten

18 Darauf kehrte Mose zu seinem Schwiegervater Jitro zurück. Er sagte zu ihm: Ich will zu meinen Brüdern nach Ägypten zurückkehren. Ich will sehen, ob sie noch am Leben sind. Jitro antwortete Mose: Geh in Frieden!* 19 Der HERR sprach zu Mose in Midian: Mach dich auf und kehr nach Ägypten zurück; denn alle, die dir nach dem Leben getrachtet haben, sind tot. 20 Da holte Mose seine Frau und seine Söhne, setzte sie auf einen Esel und trat den Rückweg nach Ägypten an. Den Gottesstab hielt Mose in der Hand.

Israel, der erstgeborene Sohn Gottes

21 Der HERR sprach zu Mose: Wenn du gehst und nach Ägypten zurückkehrst, halte dir alle Wunder vor Augen, die ich in deine Hand gelegt habe, und vollbring sie vor dem Pharao! Ich will sein Herz verhärten, sodass er das Volk nicht ziehen lässt. 22 Dann sag zum Pharao: So spricht der HERR: Israel ist mein erstgeborener Sohn. 23 Ich sage dir: Lass meinen Sohn ziehen, damit er mir dienen kann! Wenn du dich weigerst, ihn ziehen zu lassen, bringe ich deinen erstgeborenen Sohn um.

Moses Rettung durch Zippora

24 Unterwegs am Rastplatz trat der HERR dem Mose entgegen und wollte ihn töten. 25 Zippora ergriff einen Feuerstein und schnitt ihrem Sohn die Vorhaut ab. Damit berührte sie seine Füße und sagte: Ein Blutbräutigam bist du mir. 26 Da ließ er von ihm ab. Blutbräutigam sagte sie damals wegen der Beschneidung.

Israels Glaube an Moses Berufung

27 Der HERR sprach zu Aaron: Geh hinaus in die Wüste, Mose entgegen! Da ging er. Am Gottesberg traf er ihn und küsste ihn. 28 Mose erzählte Aaron von dem Auftrag, mit dem der HERR ihn gesandt hatte, und von allen Zeichen, zu denen er ihn ermächtigt hatte. 29 Mose und Aaron gingen und versammelten alle Ältesten der Israeliten. 30 Aaron wiederholte vor ihnen alle Worte, die der HERR zu Mose gesprochen hatte, und er vollbrachte die Zeichen vor den Augen des Volkes. 31 Da glaubte das Volk, und als sie hörten, dass der HERR sich der Israeliten angenommen und ihr Elend gesehen habe, verneigten sie sich und warfen sich vor ihm nieder.

Einheitsübersetzung der Heiligen Schrift © 2016 Katholische Bibelanstalt GmbH, Stuttgart Alle Rechte vorbehalten. Die Herausgeber sind: (Erz-)Bischöfe Deutschlands, Österreichs, der Schweiz u.a. Herausgebender Verlag: Katholische Bibelanstalt GmbH www.bibelwerk.de

Nueva Versión Internacional (Castellano)

Señales para Moisés

1 Moisés volvió a preguntar: ―¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El SEÑOR no se te ha aparecido”? 2 ―¿Qué tienes en la mano? —preguntó el SEÑOR. ―Una vara —respondió Moisés. 3 ―Déjala caer al suelo —ordenó el SEÑOR. Moisés la dejó caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente. Moisés trató de huir de ella, 4 pero el SEÑOR le mandó que la agarrara por la cola. En cuanto Moisés agarró la serpiente, esta se convirtió en una vara en sus propias manos. 5 ―Esto es para que crean que yo, el SEÑOR y Dios de tus padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me he aparecido a ti. 6 Y ahora —ordenó el SEÑOR—, ¡llévate la mano al pecho! Moisés se llevó la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía toda cubierta de lepra y blanca como la nieve. 7 ―¡Llévatela otra vez al pecho! —insistió el Señor. Moisés se llevó de nuevo la mano al pecho y, cuando la sacó, la tenía tan sana como el resto de su cuerpo. 8 ―Si con la primera señal milagrosa no te creen ni te hacen caso —dijo el SEÑOR—, tal vez te crean con la segunda. 9 Pero, si no te creen ni te hacen caso después de estas dos señales, toma agua del Nilo y derrámala en el suelo. En cuanto el agua del río toque el suelo, se convertirá en sangre. 10 ―SEÑOR, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra —objetó Moisés—. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este tu siervo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar. 11 ―¿Y quién le puso la boca al hombre? —le respondió el SEÑOR—. ¿Acaso no soy yo, el SEÑOR, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? 12 Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir. 13 ―Señor —insistió Moisés—, te ruego que envíes a alguna otra persona. 14 Entonces el SEÑOR ardió en ira contra Moisés y le dijo: ―¿Y qué hay de tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él es muy elocuente. Además, ya ha salido a tu encuentro, y cuando te vea se le alegrará el corazón. 15 Tú hablarás con él y le pondrás las palabras en la boca; yo os ayudaré a hablar, a ti y a él, y os enseñaré lo que tenéis que hacer. 16 Él hablará por ti al pueblo, como si tú mismo le hablaras, y tú le hablarás a él por mí, como si le hablara yo mismo. 17 Pero no te olvides de llevar contigo esta vara, porque con ella harás señales milagrosas.

Moisés regresa a Egipto

18 Moisés se fue de allí y volvió a la casa de Jetro, su suegro. Al llegar le dijo: ―Debo marcharme. Quiero volver a Egipto, donde están mis hermanos de sangre. Voy a ver si todavía viven. ―Anda, pues; que te vaya bien —le contestó Jetro. 19 Ya en Madián el SEÑOR le había dicho a Moisés: «Vuelve a Egipto, que ya han muerto todos los que querían matarte». 20 Así que Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó en un asno y volvió a Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios. 21 El SEÑOR le había advertido a Moisés: «Cuando vuelvas a Egipto, no dejes de hacer ante el faraón todos los prodigios que te he dado el poder de realizar. Yo, por mi parte, endureceré su corazón para que no deje ir al pueblo. 22 Entonces tú le dirás de mi parte al faraón: “Israel es mi primogénito. 23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me rinda culto, pero tú no has querido dejarlo ir. Por lo tanto, voy a quitarle la vida a tu primogénito”». 24 Ya en el camino, el SEÑOR salió al encuentro de Moisés* en una posada y estuvo a punto de matarlo. 25 Pero Séfora, tomando un cuchillo de pedernal, le cortó el prepucio a su hijo; luego tocó los pies* de Moisés con el prepucio y le dijo: «No hay duda. Tú eres para mí un esposo de sangre». 26 Después de eso, el SEÑOR se apartó de Moisés. Pero Séfora había llamado a Moisés«esposo de sangre» por causa de la circuncisión. 27 El SEÑOR le dijo a Aarón: «Anda a recibir a Moisés en el desierto». Aarón fue y se encontró con Moisés en la montaña de Dios, y lo besó. 28 Entonces Moisés le comunicó a Aarón todo lo que el SEÑOR le había ordenado decir y todas las señales milagrosas que le mandaba realizar. 29 Luego Moisés y Aarón reunieron a todos los ancianos israelitas, 30 y Aarón, además de repetirles todo lo que el SEÑOR le había dicho a Moisés, realizó también las señales a la vista del pueblo, 31 con lo que el pueblo creyó. Y, al oír que el SEÑOR había estado pendiente de ellos y había visto su aflicción, los israelitas se inclinaron y adoraron al SEÑOR.