Hiob 33,6 | La Biblia Textual Nueva Versión Internacional (Castellano)

Hiob 33,6 | La Biblia Textual

Eliú censura a Job

1 Por tanto, Job, oye ahora mis razones, Y atiende a todas mis palabras. 2 He aquí, ahora abro mi boca, Mi lengua habla con mi paladar. 3 Mis palabras declararán la rectitud de mi corazón, Y lo que saben mis labios lo hablarán sinceramente: 4 El Espíritu de Dios me hizo, Y el soplo de ’El-Shadday me dio vida. 5 Respóndeme si puedes, Alístate y ponte en pie ante mí. 6 Heme aquí a mí en presencia de Dios, conforme a tu pedimento, Del barro fui yo también formado. 7 He aquí, mi terror no te espantará, Ni mi mano será demasiado pesada sobre ti. 8 De cierto tú dijiste a oídos míos (Porque el son de tus palabras yo mismo escuchaba): 9 Limpio soy, sin transgresión. Soy puro, y no hay iniquidad en mí. 10 Pero he aquí, Él busca ocasión contra mí, Y me cuenta por enemigo Suyo. 11 Ha puesto mis pies en el cepo, Y vigila mis pasos. 12 He aquí yo te respondo: En esto no eres justo, Pues Dios es mayor que el hombre. 13 ¿Por qué contiendes con Él? Porque Él no da cuenta de ninguno de sus actos. 14 Aunque Dios habla de una manera, y aun de dos, Pero nadie lo percibe: 15 En sueño, en visión nocturna, cuando el sopor cae sobre los hombres, Mientras dormitan en el lecho, 16 Él abre el oído de los hombres, Y los amonesta secretamente, 17 Para apartar al hombre de su mala obra, Y destruir del varón la soberbia, 18 Para librar su alma del sepulcro, Y su vida de que perezca a cuchillo. 19 También sobre su lecho es corregido con dolores, Con la agonía incesante de sus miembros, 20 Hasta que su alma llega a aborrecer el pan, Y su garganta el manjar más delicado. 21 Su carne se consume, hasta que no se ve, Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen, 22 Su alma se acerca a la fosa, Y su vida a los que causan la muerte. 23 Si tuviera cerca de él algún elocuente mediador muy escogido, Que anuncie al hombre su deber, 24 Y se apiade de él, y diga: ¡Líbralo de bajar al sepulcro, Porque he hallado su rescate! 25 Entonces su carne sería más tierna que la del niño, Volvería a los días de su juventud, 26 Invocaría a Dios, y Éste le sería propicio, Para que vea su rostro con gritos de júbilo, Y restauraría al hombre su justicia. 27 Cantaría entre los hombres diciendo: ¡Pequé y pervertí lo recto, Pero no me fue tomado en cuenta! 28 ¡Ha redimido mi alma para que no baje al sepulcro, Y mi vida ya ve la luz! 29 He aquí, todas estas cosas hace Dios con el hombre, Dos veces, y aun tres veces, 30 Para rescatar su alma del sepulcro, Para que resplandezca con la luz de la vida. 31 Pon atención Job, óyeme; Calla, y yo hablaré. 32 Si tienes algo que decir, respóndeme. Habla, que yo te quiero justificar. 33 Si no, óyeme tú a mí; Calla, y yo te enseñaré sabiduría.

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Nueva Versión Internacional (Castellano)
1 »Te ruego, Job, que escuches mis palabras, que prestes atención a todo lo que digo. 2 Estoy a punto de abrir la boca, y voy a hablar hasta por los codos. 3 Mis palabras salen de un corazón honrado; mis labios dan su opinión sincera. 4 El Espíritu de Dios me ha creado; me infunde vida el hálito del Todopoderoso. 5 Contéstame si puedes; prepárate y hazme frente. 6 Ante Dios, tú y yo somos iguales; también yo fui tomado de la tierra. 7 No debieras alarmarte ni temerme, ni debiera pesar mi mano sobre ti. 8 »Pero me parece haber oído que decías (al menos, eso fue lo que escuché): 9 “Soy inocente. No tengo pecado. Estoy limpio y libre de culpa. 10 Sin embargo, Dios me ha encontrado faltas; me considera su enemigo. 11 Me ha sujetado los pies con cadenas y vigila todos mis pasos”. 12 »Pero déjame decirte que estás equivocado, pues Dios es más grande que los mortales. 13 ¿Por qué le echas en cara que no responda a todas tus* preguntas?* 14 Dios nos habla una y otra vez, aunque no lo percibamos. 15 Algunas veces en sueños, otras veces en visiones nocturnas, cuando caemos en un sopor profundo, o cuando dormitamos en el lecho, 16 él nos habla al oído y nos aterra con sus advertencias, 17 para apartarnos de hacer lo malo y alejarnos de la soberbia; 18 para librarnos de caer en el sepulcro y de cruzar el umbral de la muerte.* 19 A veces nos castiga con el lecho del dolor, con frecuentes dolencias en los huesos. 20 Nuestro ser encuentra repugnante la comida; el mejor manjar nos parece aborrecible. 21 Nuestra carne va perdiéndose en la nada, hasta se nos pueden contar los huesos. 22 Nuestra vida va acercándose al sepulcro, se acerca a los heraldos de la muerte. 23 »Mas si un ángel, uno entre mil, aboga por el hombre y sale en su favor, y da constancia de su rectitud; 24 si tiene compasión de él y le ruega a Dios: “Sálvalo de caer en la tumba, que ya tengo su rescate”, 25 entonces el hombre rejuvenece; ¡vuelve a ser como cuando era niño! 26 Orará a Dios, y él recibirá su favor; verá su rostro y gritará de alegría, y Dios lo hará volver a su estado de inocencia. 27 El hombre reconocerá públicamente:* “He pecado, he pervertido la justicia, pero no recibí mi merecido. 28 Dios me libró de caer en la tumba; ¡estoy vivo y disfruto de la luz!” 29 »Todo esto Dios lo hace una, dos y hasta tres veces, 30 para salvarnos de la muerte, para que la luz de la vida nos alumbre. 31 »Préstame atención, Job, escúchame; guarda silencio, que quiero hablar. 32 Si tienes algo que decir, respóndeme; habla, pues quisiera darte la razón. 33 De lo contrario, escúchame en silencio y yo te impartiré sabiduría».